lunes, 28 de enero de 2019

Mamá


Te diré una cosa, mamá.  Nunca me olvidé de vos, te lo juro.
             Hay razones muy simples que explican todo esto que te digo.
Hay razones estrictas y necesarias del hombre  grande que ahora soy.
Como comprenderás, un tipo algo desencantado y que ha pegado la vuelta remmando amaneceres. Un hombre que cuando era niño se acunaba en tu regazo como si tu amor y tus brazos fueran el centro del Universo conocido. Me acunabas, me arrullabas y me dabas tu calor, la verdad,  es que fue fabuloso.
Recuerdo una cierta vez haber planteado a mis amigos, a modo de interrogante ¿No será mi madre la mejor del mundo? Y ante la duda y la incertidumbre de sus miradas redoblé mi apuesta: ¿Por qué no?  ¿Por qué no puede ser ella la mejor del mundo? En fin, arbitrariedades.  Anhelos de un adolescente que desconocía el Tao, y la física cuántica y la Teoría Literaria y la semántica y el estructuralismo. Un hombre sin este background de ahora.  Un sabedor de decenas  de doctrinas y que por lo demás no lo han llevado a ninguna parte.
¿Te recuerdas cuando me arreglabas la corbata?
Me refiero a aquella pequeña corbata que atabas al pequeño cuello de mi pequeña camisa. Hablo de la corbata sostenida por un elástico. A esa corbata me refiero mamá, a esa tan solo y a ninguna otra corbata que haya existido en el planeta tierra.  Y también a aquel guardapolvo blanco almidonado y a la Argentina de Sarmiento y a nosotros dos caminando entre la bruma y en la neblina del suburbio de la ciudad de Buenos Aires.
Creo que aquellas vivencias fueron en verdad un puerto sin retorno. 
Tenerte a vos, mamá, era tenerlo todo. (Si es que se puede tenerlo todo en este mundo.)  Fuiste irreductible en tus postulados.  El negro era negro y el blanco era blanco. Los grises nunca te importaron demasiado.
Y el tiempo, ah sí.  El tiempo entre vos y yo, y entre papá y los hermanos.  Eso sí que parecía ser real aunque no lo fuera. 
La ciencia suele afirmar que no existe el futuro; que el futuro es  una falacia que se convierte en presente a cada segundo que pasa.  Y yo aprendí después,  que si hay algo que no existe en realidad es el presente.  Y mucho de eso  te lo debo a vos, mamá.  A tu postura inflexible frente a las especulaciones.
Lo único que existe es el futuro, decías.
Y yo ya a lo tengo asumido y bien  incorporado.
Es un río que viene desde la desembocadura hacia la vertiente, un río que quiebra la ley de gravedad. Un extraño retorno que nos lleva a ser nosotros mismos, nos guste o no nos guste. Una  falacia para los materialistas. Toda esa gente que se guía por sus primeras sensaciones.  En fin, limitadas personas que morirán sin siquiera haber tenido una presunción de lo que significa la esquiva realidad.
Yo siempre he atisbado tu amor, mamá.
Y no sé si moriré tranquilo (eso sería pedir demasiado) pero he entendido  tu mensaje desde mi estricto lugar. Entonces me dolían los rechazos extemporáneos, las burlas, las humillaciones. Entonces era joven y desde el mundo me llegaba un informe inadecuado, tal vez, y  alguna que otra confusión conceptual.  
Debe ser eso mamá.
Lo cierto es que los relojes  han continuado andando desde aquella época en que me colocabas la corbata y yo era un niño que estaba pendiente de cada una de las cosas que gustabas de afirmar.  No sólo los relojes han desandado su giro en los cuadrantes  sino que además el tiempo pasó como una rueda que gira sin parar. Y hasta la propia vida se ha convertido en una imagen borrosa de lo que somos, de lo que hemos sido y de lo que nunca será.
En fin, la existencia transcurrida con amor, tratando de hacer siempre las cosas más bellas y con  menos soledad.
No importa el paso de las horas
Lo único que importa es que nosotros pasamos junto con ellas, mamá.


©2019

8 comentarios:

  1. Como me hiciste llorar de emoción!! Yo la extraño tanto! Es extraordinario lo que escribiste!

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  2. Un gran recuerdo de tu mamá. Me sentí conmovida.Gracias Nes.

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    1. Realmente gracias a vos Carlita por acompañarme siempre!

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  3. Alicia Carmen Vullo29 de enero de 2019, 8:29

    Nunca encontré una definición mas bella del amor por su mamá, ayer me hizo recordar a la mía y me conmovi. Un cariño.

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    1. Que bueno Alicia. A quienes escribimos nos gusta conmover al lector. Un cariño para vos.

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  4. Es que la madre está en el origen de todas las cosas, por eso conmueve tu relato. Pero no solo por eso, sino además por estar escrito desde el sentimiento del amor materno con el oficio del escritor que sabe qué palabra hay que usar para tocar la fibra del que lee. Felicitaciones, Néstor!!
    Ariel

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    1. Muy amable Ariel. Me alegra mucho que te haya gustado. Y me alegra mucho también que hayas notado la diferencia entre, digamos, la técnica y la emoción. Te mando un fuerte abrazo.

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