Te
diré una cosa, mamá. Nunca me olvidé de
vos, te lo juro.
Hay
razones muy simples que explican todo esto que te digo.
Hay
razones estrictas y necesarias del hombre grande que ahora soy.
Como
comprenderás, un tipo algo desencantado y que ha pegado la vuelta remmando
amaneceres. Un hombre que cuando era niño se acunaba en tu regazo como si tu amor
y tus brazos fueran el centro del Universo conocido. Me acunabas, me arrullabas
y me dabas tu calor, la verdad, es que
fue fabuloso.
Recuerdo
una cierta vez haber planteado a mis amigos, a modo de interrogante ¿No será mi
madre la mejor del mundo? Y ante la duda y la incertidumbre de sus miradas
redoblé mi apuesta: ¿Por qué no? ¿Por
qué no puede ser ella la mejor del mundo? En fin, arbitrariedades. Anhelos de un adolescente que desconocía el
Tao, y la física cuántica y la Teoría Literaria y la semántica y el estructuralismo.
Un hombre sin este background de
ahora. Un sabedor de decenas de doctrinas y que por lo demás no lo han
llevado a ninguna parte.
¿Te
recuerdas cuando me arreglabas la corbata?
Me
refiero a aquella pequeña corbata que atabas al pequeño cuello de mi pequeña
camisa. Hablo de la corbata sostenida por un elástico. A esa corbata me refiero
mamá, a esa tan solo y a ninguna otra corbata que haya existido en el planeta
tierra. Y también a aquel guardapolvo blanco
almidonado y a la Argentina de Sarmiento y a nosotros dos caminando entre la
bruma y en la neblina del suburbio de la ciudad de Buenos Aires.
Creo
que aquellas vivencias fueron en verdad un puerto sin retorno.
Tenerte
a vos, mamá, era tenerlo todo. (Si es que se puede tenerlo todo en este mundo.)
Fuiste irreductible en tus postulados. El negro era negro y el blanco era blanco. Los
grises nunca te importaron demasiado.
Y
el tiempo, ah sí. El tiempo entre vos y
yo, y entre papá y los hermanos. Eso sí
que parecía ser real aunque no lo fuera.
La
ciencia suele afirmar que no existe el futuro; que el futuro es una falacia que se convierte en presente a
cada segundo que pasa. Y yo aprendí
después, que si hay algo que no existe en
realidad es el presente. Y mucho de eso te lo debo a vos, mamá. A tu postura inflexible frente a las
especulaciones.
Lo
único que existe es el futuro, decías.
Y
yo ya a lo tengo asumido y bien incorporado.
Es
un río que viene desde la desembocadura hacia la vertiente, un río que quiebra
la ley de gravedad. Un extraño retorno que nos lleva a ser nosotros mismos, nos
guste o no nos guste. Una falacia para
los materialistas. Toda esa gente que se guía por sus primeras
sensaciones. En fin, limitadas personas
que morirán sin siquiera haber tenido una presunción de lo que significa la esquiva
realidad.
Yo
siempre he atisbado tu amor, mamá.
Y
no sé si moriré tranquilo (eso sería pedir demasiado) pero he entendido tu mensaje desde mi estricto lugar. Entonces
me dolían los rechazos extemporáneos, las burlas, las humillaciones. Entonces
era joven y desde el mundo me llegaba un informe inadecuado, tal vez, y alguna que otra confusión conceptual.
Debe
ser eso mamá.
Lo
cierto es que los relojes han continuado
andando desde aquella época en que me colocabas la corbata y yo era un niño que
estaba pendiente de cada una de las cosas que gustabas de afirmar. No sólo los relojes han desandado su giro en
los cuadrantes sino que además el tiempo
pasó como una rueda que gira sin parar. Y hasta la propia vida se ha convertido
en una imagen borrosa de lo que somos, de lo que hemos sido y de lo que nunca
será.
En
fin, la existencia transcurrida con amor, tratando de hacer siempre las cosas más
bellas y con menos soledad.
No
importa el paso de las horas
Lo
único que importa es que nosotros pasamos junto con ellas, mamá.
Como me hiciste llorar de emoción!! Yo la extraño tanto! Es extraordinario lo que escribiste!
ResponderEliminarGracias Lili, un beso grande.
EliminarUn gran recuerdo de tu mamá. Me sentí conmovida.Gracias Nes.
ResponderEliminarRealmente gracias a vos Carlita por acompañarme siempre!
EliminarNunca encontré una definición mas bella del amor por su mamá, ayer me hizo recordar a la mía y me conmovi. Un cariño.
ResponderEliminarQue bueno Alicia. A quienes escribimos nos gusta conmover al lector. Un cariño para vos.
EliminarEs que la madre está en el origen de todas las cosas, por eso conmueve tu relato. Pero no solo por eso, sino además por estar escrito desde el sentimiento del amor materno con el oficio del escritor que sabe qué palabra hay que usar para tocar la fibra del que lee. Felicitaciones, Néstor!!
ResponderEliminarAriel
Muy amable Ariel. Me alegra mucho que te haya gustado. Y me alegra mucho también que hayas notado la diferencia entre, digamos, la técnica y la emoción. Te mando un fuerte abrazo.
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