lunes, 4 de marzo de 2019

Blues for Brenda



 Nada mejor que la penumbra y un bourbon en la mano para escuchar el terciopelo de la música del blues. Yo he pasado duros momentos en la vida pero el vaso de bourbon  ha sido siempre un amigo que jamás me abandonó.
No piensen que esta frase es mía, tan solo se la escuché a Sinatra una vez en un show. El hablaba de “Jack”, de su amigo “Jack Daniels”, por supuesto.  Y luego lo comentó de manera especial  cuando un mozo le llevó el vaso hasta el propio escenario para que lo bebiera antes de la última canción.
Y allí estaba yo, joven y en New York.
En fin, cuestiones especiales  del pasado que a veces, como ahora,  me pongo a recordar.
El blues en particular, es un lamento íntimo y solitario. Solo se puede escuchar blues junto a alguien que nos completa el corazón.  Alguien con quien hayamos sellado un pacto incondicional de amor. Y ese alguien era Brenda. Yo la visitaba casi todos los días en su apartamento de la zona de Queens, muy cerca del estadio de tenis Arthur Ashe. Y juntos, en el mullido sillón, nos poníamos a escuchar la música que nos gustaba, en especial el blues.
A veces me quedaba a dormir con Brenda y a la mañana siguiente viajaba en el Subway F hasta mi trabajo en Manhattan.  Tener su cuerpo desnudo en mis brazos colmaba cualquier ambición. Ella era un sueño y una realidad al mismo tiempo. Acariciarla, morderla y en lo posible enloquecerla de placer resultaban para mí, propósitos esenciales. Penetrarla y sentir su interior la dicha más absoluta. Creo que en aquel tiempo tan solo vivía para tener contacto con ella.
Es sabido que en todas las encrucijadas la gente sensible se encuentra con alguna otra que pasa por ahí. En los cruces de caminos medra y mora el amor. Porque uno nunca elije, uno se cruza un día con lo inesperado, con una sonrisa, con unos ojos luminosos y entonces el milagro se da, sin que nadie sepa bien porqué.  
De eso se trataba el blues y mis ardientes encuentros con Brenda.
Hoy el tiempo ha pasado y estoy en la soledad de casa recordando aquellos años que tan pronto se fueron.
Ha sido una dura semana y si bien no tengo Jack Daniels puedo reemplazarlo con scotch. Seguramente habré de arrojarme en mi mejor sillón para escribir o para  escuchar música en la penumbra. Y de paso pensaré en Brenda y en sus ojos castaños y en todo lo que significa para mí aunque ya no la tenga.
Acaso me salga una buena letra para un blues.


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