La primera vez que me encontré
con Lucía fue en el inconcebible invierno del año 89. Ella era vidente psíquica
y se hacía llamar Luz Solar. Atendía
en un pequeño departamento del norte de la ciudad. Su estudio era realmente
singular. En el centro del cuarto se encontraba un enorme escritorio de madera
labrada, detrás del escritorio un gran sillón donde ella se sentaba y más atrás
varios cortinados de color rojo muy oscuro. Tenía sobre el escritorio cinco o
seis libros sobre ocultismo, un mazo de cartas de tarot marsellés, una especie
de pirámide invertida muy luminosa y –para mi desconcierto– un ejemplar en
rústica del Necronomicón de Lovecraft. Yo era un hombre joven en aquellos años y
enseguida noté su fascinante belleza. Lucía era una mujer de mi edad. Y a mí me
hechizó por completo.
Luego de saludarla preguntó el
motivo de mi visita y yo le pedí que lo averiguara.
Entonces ella me miró en ese
momento con una leve indignación.
–Soy vidente –dijo secamente– no
soy adivina.
Mi visita estaba originada en
motivos económicos. Había comenzado una prometedora carrera en la importación y
en la exportación de calzado y aquel inflacionario y delirante Buenos Aires no
me dejaba ver las cosas claras. Yo no creía demasiado en todo eso pero la insistencia
de un amigo había sido determinante: “Ya verás como se soluciona todo” me dijo
una tarde entre copa y copa. Y allí estaba yo, frente a Lucía, esperando ver
qué pasaba.
Ella me hizo sentar a su frente,
tomó mi mano derecha con su mano izquierda y me hizo sacar dos cartas del mazo.
Saqué El Mago y El Sol.
El Sol estaba hacia arriba y El Mago cabeza
abajo.
Lucía se conmovió levemente, me miró una
cierta ternura y luego cerró los ojos. Estuvo así un par de minutos. Más tarde
los abrió y me dijo: “Te irá bien. A lo largo de las próximas semanas recibirás
dinero”.
– ¿Y más adelante? –pregunté.
–Más
adelante veo un largo camino, un canal, una muralla, veo mucho sol y mucho
cansancio. Y luego del cansancio el regreso.
Aquello me dejó algo insatisfecho. Por eso insistí
y le pedí que fuera más lejos con sus visiones. Entonces Lucía me dijo: “Si voy
más lejos todo se pone oscuro. No sólo contigo sino con cualquier ser humano de
este mundo.”
Le aboné sus honorarios y salí, pero al
llegar a la puerta algo me detuvo. Estaba fuertemente embrujado por ella. Fue
así que le dije desde la misma puerta:
– ¿Se puede invitar a salir a una vidente?
– Claro que se puede –respondió- aunque en
este caso no, porque la vidente está casada.
Aquello me desalentó por completo. Nunca me
había pasado algo semejan te. Mi invicta soltería estaba siendo socavada por el
más absoluto desconcierto. Así que en
las próximas semanas comencé a recibir dinero, tal cual me lo había predicho
Lucía. Sus pronósticos habían sido certeros. Y yo sentía que no podía vivir sin
ella.
Mi amigo me decía “¿Pero qué te pasa? ¿Te
volviste loco?”
Y yo le contestaba que sí, que me había
vuelto loco.
Entonces pensé en otras videntes,
clarividentes, extrasensoriales y psíquicas y algunas médiums y hechiceras varias
y comencé a visitarlas. En el mayor de todos los rituales conseguí una foto de
Lucía y su esposo y la hice ampliar y la bruja que ofició el ritual la cortó al
medio con una enorme tijera y separó las dos imágenes. “Ya está. –me dijo- Ese
matrimonio se separa en un par de meses”.
Sin embargo no ocurrió nada de eso. Lucía Luz Solar siguió casada y yo terminé por
irme del país para continuar con mis empresas.
Todo esto pasó en el inconcebible invierno
del año 89.
Luego hice mi carrera y me casé y me divorcié.
Y me instalé en el Canal de Panamá y comencé a comprar y a vender mercaderías
con la República de China y visité la famosa muralla en uno de mis viajes.
Estuve también residiendo en Bali y fui a vivir con una mujer indonesia que era
una mezcla de bailarina y diosa. Y luego me aburrí de tanto sol y guardé algo
de dinero en Suiza y con el futuro asegurado volví a la Patria.
La visión de Lucía se había cumplido por
completo.
Veo un largo
camino, un canal, una muralla, veo mucho sol y mucho cansancio. Y luego del
cansancio el regreso.
Y ya grande y solo y convertido en un hombre maduro
comencé por tratar de volver a acostumbrarme a Buenos Aires. Me invitaron un
sábado a un casamiento. Y fui solo porque no tenía quien me acompañara. Amenizaban la fiesta en el escenario varios
jóvenes magos. Y en una mesa lateral, con un pañuelo rojo en la cabeza y sus
ojos delineados y maquillados de negro, como una gitana, la vi a Lucía tirando
las cartas del Tarot. Ya era una mujer grande pero seguía siendo hermosa.
No podía creer lo que pasaba. Dejé que
atendiera a varios interesados que en general se reían entre ellos para
divertirse con la fiesta y cuando finalmente estuvo sola me acerqué y le dije:
–Vengo para conocer mi destino.
Lucía alzó la mirada y no me reconoció.
Apenas me había visto un par de veces en su vida y no tenía ni la menor idea de
quién era yo.
– ¿Ustedes ya saben la respuestas antes que
uno pregunte no?
–Para nada –dijo ella- Soy vidente, no soy
adivina.
Entonces me senté en la mesa como un niño
desorientado y pensé en lo absurda que es la vida y en lo extraño que resulta
el paso del tiempo para los seres humanos. Medité mucho de la adversidad, de mis tiempos felices y de
mis años oscuros y entonces le dije:
–Por favor ¿Podrías leerme las manos?
©2018
La visión de Lucia se cumplió, con ayuda de azar, lo que el protagonista lo consiguió.Láztima no pudo prever las relaciones sentimentales. Muy buen relato Sr. Nestor
ResponderEliminarGracias "Unknown", eres muy amable!
Eliminar¡Muy bueno, Néstor! Me encantó la trama sinuosa de la visión de Lucía que sirve de soporte a las peripecias del protagonista y todos los aderezos que le has puesto a lo largo de la narración. Es un texto elaborado y al mismo tiempo de lectura sencilla, es un placer leerlo.
ResponderEliminarAriel
Muchas gracias Ariel, me alegra que te haya gustado!
EliminarQue belleza este relato Nes! Es sencillo y a la vez misterioso. Muy bueno.
ResponderEliminar¡Gracias Carlita! Un abrazo.
EliminarUn relato que atrapa. Muy bueno!
ResponderEliminarMuchas gracias Marta. Eres muy amable!
EliminarMe gusto mucho la línea circular del tiempo que finalmente sigue la historia. Siempre con detalles para imaginar y trama para pensar cómo nos tenes acostumbrados.
ResponderEliminarGracias Lili por tan lindo comentario!
EliminarUn cuento encantador con muchas lecturas diferentes y como siempre el trasfondo del paso del tiempo en todas las historias que publicas.
ResponderEliminarMuy amable Graciela, te agradezco mucho!
EliminarBrillante, Néstor querido. No tengo deseos de escribir hoy, pero leí el texto y lo disfruté. Un besote, amigo tan amado. SOFIAMA.
ResponderEliminarMuchas gracias Sofy. Para mi es muy importante que hayas disfrutado del texto. Otro beso.
EliminarSiempre, como hilo conductor de tus relatos,... la retrospectiva. Eres un romántico Nestor jajaja. Me ha encantado la trama que armaste en torno a la vidente y el ciclo de la vida. Feliz semana!
ResponderEliminarJajaja. Gracias Norte! Te mando un fuerte abrazo!
EliminarBonito relato.Se me hizo corto.Saludos
ResponderEliminarQué bueno Betty. ¡Me alegra que te haya gustado!
EliminarLo lei y me gusto mucho nestor. felicitaciones
ResponderEliminarGracias Jorge. Sos muy amable.
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