domingo, 2 de septiembre de 2018

La Vidente


                La primera vez que me encontré con Lucía fue en el inconcebible invierno del año 89. Ella era vidente psíquica y se hacía llamar Luz Solar. Atendía en un pequeño departamento del norte de la ciudad. Su estudio era realmente singular. En el centro del cuarto se encontraba un enorme escritorio de madera labrada, detrás del escritorio un gran sillón donde ella se sentaba y más atrás varios cortinados de color rojo muy oscuro. Tenía sobre el escritorio cinco o seis libros sobre ocultismo, un mazo de cartas de tarot marsellés, una especie de pirámide invertida muy luminosa y –para mi desconcierto– un ejemplar en rústica del Necronomicón de Lovecraft.  Yo era un hombre joven en aquellos años y enseguida noté su fascinante belleza. Lucía era una mujer de mi edad. Y a mí me hechizó por completo.
                Luego de saludarla preguntó el motivo de mi visita y yo le pedí que lo averiguara.
                Entonces ella me miró en ese momento con una leve indignación.
                –Soy vidente –dijo secamente– no soy adivina.
                Mi visita estaba originada en motivos económicos. Había comenzado una prometedora carrera en la importación y en la exportación de calzado y aquel inflacionario y delirante Buenos Aires no me dejaba ver las cosas claras. Yo no creía demasiado en todo eso pero la insistencia de un amigo había sido determinante: “Ya verás como se soluciona todo” me dijo una tarde entre copa y copa. Y allí estaba yo, frente a Lucía, esperando ver qué pasaba.
                Ella me hizo sentar a su frente, tomó mi mano derecha con su mano izquierda y me hizo sacar dos cartas del mazo. Saqué El Mago y El Sol.
El Sol estaba hacia arriba y El Mago cabeza abajo.
Lucía se conmovió levemente, me miró una cierta ternura y luego cerró los ojos. Estuvo así un par de minutos. Más tarde los abrió y me dijo: “Te irá bien. A lo largo de las próximas semanas recibirás dinero”.
– ¿Y más adelante? –pregunté.
Más adelante veo un largo camino, un canal, una muralla, veo mucho sol y mucho cansancio. Y luego del cansancio el regreso.
Aquello me dejó algo insatisfecho. Por eso insistí y le pedí que fuera más lejos con sus visiones. Entonces Lucía me dijo: “Si voy más lejos todo se pone oscuro. No sólo contigo sino con cualquier ser humano de este mundo.”
Le aboné sus honorarios y salí, pero al llegar a la puerta algo me detuvo. Estaba fuertemente embrujado por ella. Fue así que le dije desde la misma puerta:
– ¿Se puede invitar a salir a una vidente?
– Claro que se puede –respondió- aunque en este caso no, porque la vidente está casada.
Aquello me desalentó por completo. Nunca me había pasado algo semejan te. Mi invicta soltería estaba siendo socavada por el más absoluto desconcierto. Así  que en las próximas semanas comencé a recibir dinero, tal cual me lo había predicho Lucía. Sus pronósticos habían sido certeros. Y yo sentía que no podía vivir sin ella.
Mi amigo me decía “¿Pero qué te pasa? ¿Te volviste loco?”
Y yo le contestaba que sí, que me había vuelto loco.
Entonces pensé en otras videntes, clarividentes, extrasensoriales y psíquicas y algunas médiums y hechiceras varias y comencé a visitarlas. En el mayor de todos los rituales conseguí una foto de Lucía y su esposo y la hice ampliar y la bruja que ofició el ritual la cortó al medio con una enorme tijera y separó las dos imágenes. “Ya está. –me dijo- Ese matrimonio se separa en un par de meses”.
Sin embargo no ocurrió nada de eso. Lucía Luz Solar siguió casada y yo terminé por irme del país para continuar con mis empresas.
Todo esto pasó en el inconcebible invierno del año 89.
Luego hice mi carrera y me casé y me divorcié. Y me instalé en el Canal de Panamá y comencé a comprar y a vender mercaderías con la República de China y visité la famosa muralla en uno de mis viajes. Estuve también residiendo en Bali y fui a vivir con una mujer indonesia que era una mezcla de bailarina y diosa. Y luego me aburrí de tanto sol y guardé algo de dinero en Suiza y con el futuro asegurado volví a la Patria.
La visión de Lucía se había cumplido por completo.
Veo un largo camino, un canal, una muralla, veo mucho sol y mucho cansancio. Y luego del cansancio el regreso.
Y ya grande y solo y convertido en un hombre maduro comencé por tratar de volver a acostumbrarme a Buenos Aires. Me invitaron un sábado a un casamiento. Y fui solo porque no tenía quien me acompañara.  Amenizaban la fiesta en el escenario varios jóvenes magos. Y en una mesa lateral, con un pañuelo rojo en la cabeza y sus ojos delineados y maquillados de negro, como una gitana, la vi a Lucía tirando las cartas del Tarot. Ya era una mujer grande pero seguía siendo hermosa.
No podía creer lo que pasaba. Dejé que atendiera a varios interesados que en general se reían entre ellos para divertirse con la fiesta y cuando finalmente estuvo sola me acerqué y le dije:
–Vengo para conocer mi destino.
Lucía alzó la mirada y no me reconoció. Apenas me había visto un par de veces en su vida y no tenía ni la menor idea de quién era yo.
– ¿Ustedes ya saben la respuestas antes que uno pregunte no?
–Para nada –dijo ella- Soy vidente, no soy adivina.
Entonces me senté en la mesa como un niño desorientado y pensé en lo absurda que es la vida y en lo extraño que resulta el paso del tiempo para los seres humanos. Medité mucho  de la adversidad, de mis tiempos felices y de mis años oscuros y entonces le dije:
–Por favor ¿Podrías leerme las manos?


©2018

20 comentarios:

  1. La visión de Lucia se cumplió, con ayuda de azar, lo que el protagonista lo consiguió.Láztima no pudo prever las relaciones sentimentales. Muy buen relato Sr. Nestor

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  2. ¡Muy bueno, Néstor! Me encantó la trama sinuosa de la visión de Lucía que sirve de soporte a las peripecias del protagonista y todos los aderezos que le has puesto a lo largo de la narración. Es un texto elaborado y al mismo tiempo de lectura sencilla, es un placer leerlo.
    Ariel

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  3. Que belleza este relato Nes! Es sencillo y a la vez misterioso. Muy bueno.

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  4. Me gusto mucho la línea circular del tiempo que finalmente sigue la historia. Siempre con detalles para imaginar y trama para pensar cómo nos tenes acostumbrados.

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  5. Un cuento encantador con muchas lecturas diferentes y como siempre el trasfondo del paso del tiempo en todas las historias que publicas.

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  6. Brillante, Néstor querido. No tengo deseos de escribir hoy, pero leí el texto y lo disfruté. Un besote, amigo tan amado. SOFIAMA.

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    1. Muchas gracias Sofy. Para mi es muy importante que hayas disfrutado del texto. Otro beso.

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  7. Siempre, como hilo conductor de tus relatos,... la retrospectiva. Eres un romántico Nestor jajaja. Me ha encantado la trama que armaste en torno a la vidente y el ciclo de la vida. Feliz semana!

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  8. Bonito relato.Se me hizo corto.Saludos

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  9. Lo lei y me gusto mucho nestor. felicitaciones

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