Nadia
era muy especial.
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A veces veo a la gente –decía- y me
gusta sentir que no son solamente personas pasando por ahí. Me imagino qué tan
profundo se han enamorado o cuantas decepciones han tenido. Lo mismo me sucede
cuando leo lo que escribes.
Mientras
tanto la gente pasaba caminando por la avenida Callao.
Solíamos
reunirnos en la Opera de la esquina de Corrientes allá por el año 96. Eran
tiempos insólitos y extraños. Teníamos de presidente a Carlos Menem y el peso
valía lo mismo que el dólar. Yo había regresado a la literatura y estaba recién
divorciado. Mataba el tiempo por las tardes escribiendo cuentos que todavía
conservo. No tenía un objetivo demasiado claro. Luego de dos décadas de locura,
de dinero, de sustancias y de viajes, la
hora de la calma al parecer había llegado.
Nos
conocimos en el Centro Cultural Alfonsina Storni, en la calle Tucumán al 3200. Nadia
asistía a un curso de “Biodanza” y yo a otro de Comunicación y Literatura.
Nunca entendí muy bien que era eso de la biodanza pero tampoco me esforcé mucho
en comprenderlo. Con el tiempo también
me anoté en otro curso de la Historia del Arte. Estaba viviendo solo y me había
separado y de ese modo llegaba a mi casa bien tarde.
Cierto
atardecer, esperando en la administración, me puse a charlar con ella y la
invité con una bebida en lata de la máquina expendedora. Nadia eligió una Pepsi
free.
Debo
decir que Nadia era bella de verdad. Una acuariana de cuarenta cumplidos. Vistiendo
atuendo de gimnasia adherido al cuerpo y con la parte posterior del sostén a la
vista y atravesando su espalda.
A
mí me impresionó mucho verla.
No
tardé en invitarla a salir y a los pocos días terminamos en la cama. Su padre
había llegado de Rusia, huyendo del comunismo y su abuelo vivió la revolución rusa.
Y ahora andaba ella, en este raro país, con su pelo rubio y corto y su
sensibilidad extraordinaria.
Juro
que nadie ha sido en mi vida como Nadia.
Una
tarde le leí el poema “Los Justos” de Jorge Luis Borges y se puso a llorar en
la mesa. Me pidió el libro para leerlo directamente y supongo que lo hizo unas
diez veces más. Más tarde, charlando el episodio, comentó que el poema debía llamarse “Los Buenos”, en
lugar de “Los Justos”. Era una mujer de altísima sensibilidad que había tenido
el infortunio de casarse con un tipo bastante idiota.
Yo
comencé a sentir una especie de adoración por ella.
En
pleno invierno falleció su padre. Nadia lo encontró muerto en la cama. Estaba
tieso y con los ojos abiertos.
–Pensaba
que al morir cerrabas los ojos.- me dijo conteniendo apenas el llanto
En
aquellos meses junto a ella volví a decir palabras que hacía mucho tiempo que no
decía, como por ejemplo “siempre” o “nunca” o “te amo”.
Hasta
que un día la vida nos obligó a separarnos. Nadia se mudaba a Bariloche con la
madre, a un pequeño hotel en la ladera del cerro que fuera propiedad de su
difunto padre y yo no tenía otra opción
que quedarme en la ciudad.
–Tengo
que cuidarla. –me dijo una tarde en la Opera y en la mesa de siempre.
Y
entonces dejé que las cosas sucedieran de ese modo.
El
último día Nadia me preguntó porqué escribía.
–Realmente
no lo sé. Creo que puedo darle algo de emoción a la gente. A veces cuando
escribo descubro sentimientos que ni yo mismo sé que tengo.
–La aptitud es suerte, –respondió- naciste con ella. Lo importante en la vida es la valentía. Y tú
tienes mucha. Nunca te voy a olvidar y voy a guardarte en mi corazón para
siempre, quiero que lo sepas.
Yo
también Nadia. –dije.
Y
luego no volví a verla nunca más.
Y
aquí se termina, también para siempre, esta historia de Nadia y los cursos en
la ciudad de Buenos Aires. La misma que sucediera en el año 96. En aquellos años tan insólitos y
extraños, cuando yo andaba recién divorciado y no sabía qué hacer con mi tiempo
y con mis horas. Cuando teníamos de presidente a Carlos Menem y el peso valía
lo mismo que un dólar.
©2018
Que linda historia. Romántica y triste a la vez. Me gustó mucho.
ResponderEliminarGracias corazón. Me alegra que te haya gustado.
EliminarComo siempre Néstor, manejando de manera especial lo cotidiano. Muy buen relato.
ResponderEliminarMuy amable Graciela. Realmente me manejo en ése ambito. Voy a lo concreto, que suele ser lo cotidiano. Gracias por visitarme.
EliminarUno de esos amores inolvidables, luego la separación y después el recuerdo. Un ciclo que deja huellas para que se conviertan en la sustancia de un relato impecable. ¡Un excelente trabajo, Néstor!
ResponderEliminarAriel
Gracias Ariel. Ciertamente es una historia sencilla en el marco del recuerdo, de la ciudad y el país (Y iba a poiner "la patria". Recuerdos personales en el marco de recuerdos mayores. gracias por el comentario. me alegra que te haya gustado!
EliminarSr. Nestor desde ya esta demás decirle que escribe y detalla la Historia con una sencillez increíble, El divorcio del protagonista, los viajes el recuerdo de la época del Uno a Uno, que favoreció a muchos y desde ya un nuevo comienzo de amor. Pero los ciclos por distintos motivos se cierran y lo importante es que se cierren bien. Excelente!
ResponderEliminarGracias por leerme Alicia. Me alegra mucho que te haya gustado.
EliminarEn tiempos tan digitales no hubiera existido la historia con desencuentro final porque Whatsapp y Face los hubieran conectado. Es hermosa la historia justamente porque habla otro idioma histórico en apenas casi un par de décadas. Muy bueno!!
ResponderEliminarEs verdad Liliana. Los tiempos actuales son tan vertiginosos que no he llegado a reparar en eso.
EliminarEs cierto,ahora hubieran seguido unidos. Al menos de manera "digital". Gracias por el comentario, me alegra que te haya gustado. un beso.
Muy bueno Néstor, muy romantica la historia, me gustó mucho.
ResponderEliminarQue bueno que te gustó. ¡Gracias Moni! Me alegra verte por el blog.
ResponderEliminarCuando el amor es de verdad no se deja tirado al olvido ...Bariloche no es el otro lado del destino...
ResponderEliminarPero de todas maneras
"Las calenturas son buenas"
jajaja
saludos
Hola MuCha! Qué alegría verte por acá. La historia sucede décadas atrás. Jajajja. Parece mentira no? El tiempo es veloz y todo cambia. Y es cierto...las calenturas son buenas!
EliminarAmigo, escribes porque tienes mucho que dar. Tienes tanta riqueza interna que si no las escribieras, estallarías. Excelente, no sólo por lo romántica, sino por lo humana. En cuanto a lo que mencionas sobre la suerte y la valentía, yo soy amante de la VALENTÍA, la suerte sin coraje, se queda en eso. Besos corazón de amigo. Te requete quiero. SOFIAMA.
ResponderEliminarMuchas gracias Sofy. Siempre es un gusto verte por acá. Me alegra que te haya gustado el relato. Yo también te quiero.
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