Mi nombre es Alfredo Molinero, nací en la
ciudad de México, en San Miguel Topilejo, allá por la salida hacia Cuernavaca.
Tengo 35 años y hace diez que estoy en el corredor de la muerte. Me apresaron
una noche por asesinato y desde ese día no he vuelto a salir del presidio. Estoy
en una cárcel de máxima seguridad, la llamada Unidad Polunsky, en el pequeño
pueblo de West Livingston, Texas.
Me condenaron luego de seis meses de haber
cometido el delito en una especie de juicio sumario y entonces los años fueron
pasando entre apelaciones y apelaciones.
Yo he cometido un acto cruel, no tengo dudas.
Le quité la vida a un hombre, un hecho grave, por cierto. Pero ellos me tienen
aquí encerrado, esperando la muerte en cualquier momento y solo salgo al exterior
una hora por día. Permanezco en una celda de pocos metros cuadrados. He sido
cruel pero ellos también son crueles. Acaso
más crueles que yo.
Pero hay algo que no conocen: todas las
noches converso con un ángel de Dios.
Me viene a visitar desde hace tres meses a la
celda.
Al principio pensé que era una especie de
alucinación de mi parte. Lo miré y parecía un tanto abatido. Tenía los ojos
cansados pero también un toque de orgullo en la mirada.
-Soy Lucifer –me dijo– un ángel de Dios y he
venido a charlar contigo.
Y al principio me habló y me contó la
historia de su caída. Al parecer había hecho algo que a Dios no le gustó y entonces
fue castigado. Pero también hablamos de otras cosas. Yo le conté la historia de
mi pobreza y el me habló del tema de la angustia. Me comentó que era un ser espiritual y que no
podía morir pero que también dudaba de eso.
–No sé hasta donde alcanza el poder de Dios
–dijo– Puede ser que finalmente me mate.
Y yo le contesté que no se hiciera problemas,
la muerte seguramente es dulce cuando uno ha sido cruel en la vida, pero creo
que no lo convencí del todo.
Y así estuvo durante mucho tiempo viniendo a
mi celda.
Hablábamos casi siempre de cosas importantes
y yo sentí, por un momento, que sin su presencia cotidiana durante la noche no
hubiera podido seguir viviendo en esa cárcel. Y en especial cierta vez, cuando
fue tan enorme su consuelo a mi calvario que me postré a sus pies en señal de
alabanza.
“¡No lo hagas!” –me dijo de una manera brusca–
“Dios tan sólo quiere que se lo alabe a él ”. Y luego desapareció, tal como acostumbraba a hacerlo las veces en
que estaba a punto de dormirme.
Hoy mi día ha llegado.
Mañana temprano seré ejecutado con una
inyección. Dicen que no tendré dolores y que me iré durmiendo poco a poco.
Al atardecer Lucifer llegó para hacerme
compañía y dijo por lo bajo:
– ¿Qué pedirás para la última cena?
–Un kilo de helado de menta con chips de
chocolate –contesté.
–Espero que sea de tu placer –comentó– Y luego desapareció de la celda.
Y bien, esta ha sido mi historia.
No sé cuánto durará la larga noche previa a
ser ejecutado. A veces un minuto no dura un minuto, a veces un minuto es largo.
Pero lo cierto es que a mí me toca
partir. Daré fin a todo este relato en el mismo momento en que la jeringa penetre
en mi piel. Hace bastante frío ahora y
aunque estoy encerrado, sé perfectamente que afuera es invierno.
Hace un rato me han traído el kilo de helado
de menta y no dejo de terminar de preguntarme en qué terminara este corto viaje
que ahora emprendo:
El misterio de la vida y de la muerte se
despliega ante mis ojos.
Tal vez me toque, simplemente, dormir el sueño eterno.
©2018
Un placer.. Una enorme satisfacción leerte amigo!!!
ResponderEliminarGracias Diego!!!
EliminarTu historia me puso la piel de gallina,Nes. Me pareció haber estado en esa celda!
ResponderEliminarGracias Carla. Me alegra que te haya gustado!
EliminarMuy buena historia Néstor para reflexionar y lo deja a uno pensando en eso de Dios y la alabanza. Lo del helado de menta me hizo reír. Fascinante. Besitos, mi querido amigo. SOFIAMA
ResponderEliminarQue bueno Sofy. Gracias por tus elogios!
EliminarNestor, el protagonista eligió su destino, a todos nos va a ocurrir dormir el sueño eterno, pero a mi alcanza la bendición de Dios, en el cual creo firmemente y o me va a engañar ningún Lucifer. Igual es para un Psicoanálisis
ResponderEliminarEn realidad es una historia de interpretación abierta. Solo quise describir una situación determinada. Gracias Alicia por visitar el blog!
EliminarMe gustó esta historia muy bien escrita sobre un tema difícil para mí. Se aparta de lo habitual en tus cuentos
ResponderEliminarQué bueno Guille. Gracias por la visita!
EliminarUna historia impresionante. La viví con mucha intensidad. Muy buen trabajo.
ResponderEliminarTe gradezco mucho Graciela, por los elogios y por tu visita!
ResponderEliminarSin duda una escena trascendente porque el personaje, alucinado o no, reflexiona acerca de la condena a muerte. Me quedo con esa parte del relato en la cual asegura que "ellos también son crueles" y me pregunto si "ellos", en realidad, no serán más crueles que él al quitarle la vida como si fueran dioses que poseen la verdad absoluta. Un conmovedor texto, Néstor, escrito con tu talento inalterable.
ResponderEliminarAriel
Gracias Ariel. Has notado el núcleo del relato: "La crueldad". Así, entre comillas, como una lamentable conducta humana. Gracias por los elogios. Un abrazo.
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