El día 28 de diciembre de 2018
en horas del mediodía me senté a una de las mesas laterales del Bar El Progreso
del barrio de Barracas con la simple intención de beber un café. Sobre la mesa
encontré un extraño mensaje en papel. Estaba prolijamente acabado y manuscrito,
supongo, con una estilográfica de tinta
color azul oscuro. La verdad es que no pude evitar la tentación de leerlo.
Este es el texto:
“Está empezando a atardecer en
Buenos Aires y aun no termino de saber bien la razón por la cual me encuentro sentado
frente al papel. El tema del paso del tiempo ha comenzado realmente a afectarme.
Mi edad ya me faculta para distinguir el deterioro en el rostro de las personas
famosas y me invade una cierta incredulidad frente a lo que veo. Recuerdo que
Greta Garbo se refugió en su departamento de New York ni bien comenzó a ver
deteriorada su belleza y no deseaba ser vista por nadie. Siendo joven no alcancé
a comprender del todo aquella actitud
pero hoy me llega al corazón con toda la potencia de una verdad absoluta.
Todos los días, a través de
los medios de comunicación se informa de las efemérides de los nacimientos y
las muertes de muchas personas. Es una especie de alud de científicos,
políticos, militares y artistas que alguna vez fueron grandes y que por muchos
motivos son recordados. Lo que no dicen las efemérides es que esa gente es hoy,
en el mejor de los casos, un montón de huesos.
La presencia de la muerte me
abruma y es una gran verdad, aunque no le tema. Y no porque sea especialmente
valiente sino porque a mí no me afecta.
Percibo que una especie de
transitoriedad disimulada se manifiesta por todas partes en el mundo. Obviamente
que es mi edad la que me ha llevado a este tipo de consideraciones. Los jóvenes
no tienen la menor idea de lo que hablo, pero ya la tendrán a su debido tiempo.
Hoy he pasado por un bar del
barrio de Flores donde acostumbraba a beber con los amigos. Realmente fui feliz
allí pero sin embargo el bar ya no estaba. La piqueta lo había derrumbado y en
apariencia iban a erigir en el lugar una tienda de ropa. A veces comprendo de
corazón al tango. Soy un porteño irremediable, no solo porque elegí nacer en un
barrio de Buenos Aires sino también porque comparto aquella filosofía que hoy
ya no existe. La ciudad ha mutado en una especie de sofisticación negadora y
feliz donde el dinero y las apariencias son el bien supremo. Ya casi no hay
puestos de flores en los cementerios. Luego de la sensualidad y el último
modelo de automóvil y la afectación y la vida digital y el logro individual, la
gente suele ser, casi siempre, incinerada.
Nadie lleva flores a las
tumbas.
Y el planeta, además, se muere
contaminado poco a poco.
Mientras que la vida, la misteriosa vida de la gente en este mundo no
es algo que nadie haya elegido de manera especial. Toda la existencia está marcada por una incertidumbre llamada “destino” y a veces me duele que no puedan ni siquiera optar por el modo de
morir que hayan elegido.
Algo debo haber hecho mal, estoy seguro.
Acabo de enfermar de cáncer, creo que me quedan unos seis meses
aquí y pienso vivirlos con toda la
intensidad con la que lo vive cualquier persona.
No era precisamente ésta la idea que tuve cuando se me ocurrió crear
un mundo para los humanos. No debí dejarle tanto margen al azar porque eso hizo
que el destino ocupara demasiado espacio en mi proyecto. En fin, que he
cometido bastantes errores y no he sido para nada feliz en esta experiencia de vivir
de manera propia una vida humana.
De todos modos no acepto que
el determinismo me haya vencido.
Seguramente volveré a rehacer
todo de una manera diferente.
Le ruego a quien encuentre
este escrito que si está de acuerdo doble y conserve el papel para siempre. De lo contrario, puede
romperlo que no hay ningún problema. En
ese caso habré de interpretar que debo dejar todo como está y que no debo
modificar nada.
Atentamente. Dios.“
Cuando terminé de leer aquel
mensaje redactado con la lapicera azul estilográfica me quedé muy pensativo. Me
llamaba la atención, en especial, la caligrafía y la estética del escrito. Entonces
le hice señas al mozo y le pregunté si
había notado algo en particular en aquella mesa y me contestó que no. Luego lo
volví a leer mientras bebía el café sorbo a sorbo.
Hacía mucho calor en Barracas
aquel día.
Doblé el hermoso papel y lo
guardé en mi bolsillo. Luego salí a caminar por las calles del barrio sin rumbo
fijo y al pasar junto a un canasto de
residuos cambié de idea. Lo saqué sin darle importancia, lo comencé a romper en
pequeños pedazos y luego lo arrojé a la basura.
©2019
Muy bueno, Nestor. La carta es conmovedora, es muy interesante el tono intimista de las reflexiones y la profundidad de las mismas. ¡Felicitaciones!
ResponderEliminarAriel
Gracias Ariel. Estoy intentando volver a la prosa. Tu aliento me viene muy bien. otro abrazo.
EliminarExcelente! Esa humanización de Dios a mí, que soy creyente, me ha llegado muy profundo.
ResponderEliminarMuchas gracias Diego. Eres muy amable.
EliminarDoloroso y también emocionante. Muy bueno Nes!
ResponderEliminarQue bueno0 que te hayas emocionado!
EliminarTiene un intenso dramatismo. Esa introducción al pensamiento de un Dios devenido "humano" realmente me ha llegado al alma. Te felicito, de lo mejor que te he leido.
ResponderEliminarMuchas gracias Graciela. Realmente no me esperaba semejante elogio. Eres muy amable.
Eliminarme parece muy original, me gustó, es para mí uno de esos relatos que a uno lo dejan pensando. Me resulta bueno que hayas vuelto a publicar prosa, ya que me gusta más que la poesía,
ResponderEliminarQue bueno Guille. Gracias por tu visita!
ResponderEliminarPor una vez discrepo con Ravazza - a quien he logrado redescubrir en este ignoto sitio - : Yo no hubiera condenado a muerte ese bellìsimo y desgarrador testamento (Porque lo era...) de un agudo y desolado desconocido. Lo hubiera atesorado como un "memento mori", casi mìo, personal, definitivo, ya que casi alcanzo los umbrales de la despedida final. Igualmente, gracias maestro, por esa melancòlica historia...
ResponderEliminarGracias a ti. Y perdón por la inusitada demora en la respuesta. Internet está inabarcable.
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