Nada mejor que la penumbra y un bourbon en la mano para escuchar el
terciopelo de la música del blues. Yo he pasado duros momentos en la vida pero
el vaso de bourbon ha sido siempre un amigo que jamás me
abandonó.
No piensen que esta frase es mía, tan solo se
la escuché a Sinatra una vez en un show. El hablaba de “Jack”, de su amigo
“Jack Daniels”, por supuesto. Y luego lo
comentó de manera especial cuando un
mozo le llevó el vaso hasta el propio escenario para que lo bebiera antes de la
última canción.
Y allí estaba yo, joven y en New York.
En fin, cuestiones especiales del pasado que a veces, como ahora, me pongo a recordar.
El blues en particular, es un lamento íntimo
y solitario. Solo se puede escuchar blues junto a alguien que nos completa el
corazón. Alguien con quien hayamos
sellado un pacto incondicional de amor. Y ese alguien era Brenda. Yo la
visitaba casi todos los días en su apartamento de la zona de Queens, muy cerca
del estadio de tenis Arthur Ashe. Y juntos, en el mullido sillón, nos poníamos
a escuchar la música que nos gustaba, en especial el blues.
A veces me quedaba a dormir con Brenda y a la
mañana siguiente viajaba en el Subway F hasta mi trabajo en Manhattan. Tener su cuerpo desnudo en mis brazos colmaba
cualquier ambición. Ella era un sueño y una realidad al mismo tiempo.
Acariciarla, morderla y en lo posible enloquecerla de placer resultaban para
mí, propósitos esenciales. Penetrarla y sentir su interior la dicha más
absoluta. Creo que en aquel tiempo tan solo vivía para tener contacto con ella.
Es sabido que en todas las encrucijadas la
gente sensible se encuentra con alguna otra que pasa por ahí. En los cruces de
caminos medra y mora el amor. Porque uno nunca elije, uno se cruza un día con
lo inesperado, con una sonrisa, con unos ojos luminosos y entonces el milagro
se da, sin que nadie sepa bien porqué.
De eso se trataba el blues y mis ardientes
encuentros con Brenda.
Hoy el tiempo ha pasado y estoy en la soledad
de casa recordando aquellos años que tan pronto se fueron.
Ha sido una dura semana y si bien no tengo
Jack Daniels puedo reemplazarlo con scotch.
Seguramente habré de arrojarme en mi mejor sillón para escribir o para escuchar música en la penumbra. Y de paso
pensaré en Brenda y en sus ojos castaños y en todo lo que significa para mí
aunque ya no la tenga.
Acaso me salga una buena letra para un blues.
©2019
Acabo de llegar a casa y he leído esta maravilla. Me encantó y me pareció muy romántico.
ResponderEliminarMuchas gracias Carlita, me alegra que te haya gustado.
EliminarMe encantó Nestor.....que romantico. Excelente!
ResponderEliminarGracias Alicia!
Eliminar¿Sabes, Néstor querido? Leyendo esta frase de tu texto: “El blues, en particular, es un lamento íntimo y solitario”, me doy cuenta de que tus letras también son como el blue: nostalgia, melancolía, soledad, tristeza y una gran fibra humana para poder plasmar con tanta profundidad y emoción. Esa emoción que definitivamente envuelve al lector y lo hace cómplice de ese sueño de amor y fino erotismo que adorna esta maravillosa historia. Te felicito. Te luciste a más no poder. Un abrazo enorme que arrope tu esencia. SOFIAMA.
ResponderEliminarGracias Sofy. Estoy muy feliz con tus elogios. Tienes razón, siempre hay algo de melancolía en lo que escribo. Y es muy válida esa comparación que has hecho con el blues. Un beso corazón, Me ha puesto muy contento tu elogioso comentario.
ResponderEliminarUn relato encantador y tan breve que pasa como un suspiro. Muy bueno Néstor.
ResponderEliminarQue bueno Graciela. En especial eso de hacerte suspirar. Un cariño grande. Gracias por pasar por el blog!
ResponderEliminarCreaste una atmósfera reconocible de la enorme melancolía que traen los buenos recuerdos. No teñida de tristeza sino de resignación inevitable ante el paso del tiempo. Pero con un dejo de alegría porque a pesar de todo ese hermoso recuerdo ha sido rescatado del olvido. Ese puñado de sensaciones que se juntan en un blues. Excelente, Néstor.
ResponderEliminarAriel
Muchas gracias Ariel. Mas arriba Sofiama me ha comentado algo respecto de la melancolía de mis textos. Si bien he contado algunas veces en otros tonos, aquí debo aceptarlo. Gracias por la visita y el comentario. Fuerte abrazo.
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