Don Juan está bastante agotado y siente ganas de dormir. Por momentos lo agobia el casco. Ese morrión algo curvo que siempre solía vestir su cabeza, en la expedición y en la batalla. El suyo era de ala ancha y lo cubría por delante y por detrás y siempre le gustaba mucho usarlo, pero aquel día tan ajetreado, sin embargo, sintió que le empezaba a molestar.
Siendo un caballero y un personaje notable, tal vez hubiera podido utilizar un yelmo de los que usaban los nobles, pero él siempre lo había descartado. Apartó también la coraza y la colocó detrás porque ya no necesitaba ni la armadura ni el arnés.
Don Juan miró a lo lejos para descansar la vista y pasó por su cara un pañuelo blanco. Le asombraba mucho el extenso horizonte del estuario. Aquella mezcla entre río y mar que nunca había visto en otro lugar del mundo. Sentía que el atardecer de invierno le otorgaba al paisaje una incierta melancolía y también se puso melancólico.
Recordaba aquel primer viaje a América a los quince años con mucha ternura. Su tío, un Adelantado, lo trajo en un agitado trayecto y ya no regresó nunca más. Poco quedaba en su memoria de los recuerdos de la niñez en Vizcaya. Esta nueva tierra tan salvaje y diferente le había rodeado la vida y ya nunca pudo escapar.
De todos modos, pasados los cincuenta años se sentía un hombre feliz. Su tío el Adelantado, había muerto y otro lo había reemplazado. De él recibió las órdenes de fundar una ciudad junto a aquel río extraordinario y hoy había terminado de cumplirlas. La ciudad y el puerto habían sido fundados.
Y bien que cumplió los requisitos. Plantó el «árbol de justicia» o símbolo de la ciudad, y tal como se acostumbraba y era obligatorio, blandió la espada en las cuatro direcciones y dio un tajo a la tierra para señalar la posesión. La ciudad se llamaría Santísima Trinidad y el puerto Santa María del Buen Ayre.
Lo dejó todo bien aclarado en el acta fundacional.
Llegaron junto a él desde Asunción unas doscientas personas y 63 iban a quedarse a vivir. Sabían que arriesgaban sus vidas permaciendo allí pero no les importaba. Para ellos parceló las tierras y otorgó los terrenos para que edificaran sus casas.
Por eso estaba feliz, pero con mucho sueño y cansancio.
Un misterio existencial acompañó sus pensamientos nostálgicos. ¿Qué pasaría con aquella ciudad?, se preguntó. Y desde ya que no obtuvo respuesta alguna. Acaso creciera y se volviera próspera y grande. Acaso fuera destruida pronto.
Eran todos interrogantes inútiles y con muy poco sentido. Don Juan era un hombre creyente y sabía que todas aquellas preguntas tan solo podrían ser respondidas por Dios.
El sueño después se acentuó, sus párpados comenzaron a pesarle en la mirada. Entonces Don Juan entrecerró los ojos y casi sin darse cuenta, comenzó a dormirse poco a poco.
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¡Fantástico! Esa recreación de un momento fundacional me ha llegado mucho al corazón.
ResponderEliminarMuchas gracias Carlita!
EliminarMuy bueno y original! Y ese interrogante del final: qué pasaría? crecería o sería destruida? Se imaginaría hasta donde llegaría? Muy creativo
ResponderEliminarGracias Guille por la visita y el comentario!
EliminarGran trabajo Nes. Super-original y también emotivo. Aplausos.
ResponderEliminarTe agradezco mucho Graciela. Eres muy generosa.
EliminarMe ha parecido magnífico e imaginativo. Muy bueno!
ResponderEliminar¡Muy amable Florencia!
EliminarQue lindo escribís ¿Nos conocemos? un placer para mi encontrar a un argentino- Extraño a veces mucho.- Gracias por compartir tus palabras con nosotros
ResponderEliminarBeso
Ciertamente hemos mantenido contacto. No muy intenso Mucha, pero teníamos visitas y comentarios. Luego los avatares de la web y también los personales suelen ir variando. Siempre me ha gustado mucho tu estilo. Ese desparpajo medido. Esa frescura y esa calidad de lo que publicas tiene algo de argentino, claro. Pero también tiene el clima literario (y geográfico) de la querida Miami. Procuraré retomar y mantener nuestro contacto. Otro beso.
EliminarVos no tenés mascara eso creo
ResponderEliminarYa no Mucha, si es que alguna vez la tuve. ¿Para que habría de necesitarla?
EliminarQue imaginación increíble...¡Bravo!
ResponderEliminarGracias Alicia, sos muy amable!
EliminarUna hermosa y dulce forma de llegar al final del camino. Fascinada con las imágenes tan bien logradas y con esa imaginación tan seductora que te adorna. Full abrazo y felicitaciones, amigo tan querido. SOFIAMA
ResponderEliminarMuchas gracias por la visita y los elogios Sofy. Cariños para ti. Cuídate.
ResponderEliminarTe felicito Néstor. Este tipo de narrativa conjetural no es fácil de abordar. Y tu lo has hecho muy bien!
ResponderEliminarGracias Diego. Te mando un abrazo.
ResponderEliminarVení a jugar a las letras algo diferente hoy
ResponderEliminarun abrazo
Excelentemente bien escrito y pulidísimo. Perfecto.
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