sábado, 13 de enero de 2018

Era Carnaval



Tengo un recuerdo preciso de aquel alocado fin de semana. 
Y lo tengo,  no precisamente por las aristas de su locura, sino por las cosas que en aquel momento en el país pasaban.  Son imágenes precisas  que aún perduran en mi memoria y algunas otras borrosas que no he dejado de recordar. Algunas incluían puntos suspensivos detrás de cada imagen. Otras, en cambio, se reiteraban como en la proyección repetida de un video sin final. 
Todas en mi cabeza y en cada lugar recóndito de mi alma. Todas como en un carrusel, como en una calesita que gira y que gira y que siempre está en el mismo lugar.
Corría el año 1977 y era Carnaval.
Iguales, infinitos e inofensivos resultaban por entonces los rituales del festejo.
Siempre ha sido igual.
Solo que en aquel tiempo soplaban vientos de fronda y nadie sabía muy  bien las cosas que iban a pasar.
Toda mi vida comprendí  que en las noches de viento no conviene echar las penas a rodar. Lo sigo pensando ahora, después que han sucedido tantos hechos dolorosos y arbitrarios y que uno prefiere finalmente olvidar.
En ese entonces éramos dos parejas promediando los veinte  años.
Y era Carnaval.
Arrancamos el viernes a la noche en Ramos Mejía. La oscuridad resultaba un torbellino que nunca parecía llegar a parar. Yo ostentaba ese privilegio terrible de la juventud. Le escapaba al alcohol pero tenía un arsenal de pastillas que me ayudaban a seguir adelante con agitación pero también con soltura y sobriedad.  Y pasamos todo el sábado en Pinar de Rocha y al atardecer repusimos fuerzas durmiendo en el auto y luego fuimos por más.
Nos llegamos hasta Sunset, en Olivos porque era Carnaval.
Y el loco festejo y las ganas de vivir nos embargaban y la locura y la música y la gente danzando al costado de la piscina y todo lo demás.
Luego el sol comenzó a elevarse sobre el Río de la Plata y la verdad es que ninguno de los cuatro disponía de fuerzas para nada más. 
Entonces fui a buscar el auto que estaba cerca de la balaustrada del puerto y de la emblemática parrilla La Nelly y al llegar comencé a escuchar todo tipo de explosiones a mi alrededor. Por momentos pensé que aquel ruido se debía al festejo de la gente pero luego me di cuenta que eran balas que estallaban por todo el lugar.
 Teniendo en cuenta  mi estado físico, y mis casi dos noches sin dormir, en ese momento  sentí que no daba para más.  Me arrojé al piso del Fiat 128 y esperé que las balas terminaran de sonar. Pero para mi sorpresa, en el asiento trasero del auto, una chica acostada y refugiada contra los respaldos me dijo:
–Estoy embarazada. Sacame de acá.
No dudé un momento y junto con  mi aturdimiento y mientras las balan continuaban silbando por el aire  la llevé hasta la avenida Del Libertador y General Paz. Todavía no comprendo la razón por la que no morí. Creo que mi aparición y mi huida no estaban en los planes de nadie, supongo que debe haber sido por eso.
Ella se bajó, con su enorme panza, acaso de ocho meses y desapareció en la oscuridad.     Después  me tocó regresar a Sunset para recoger a mis amigos pero decidí no comentarles nada de lo que había pasado. Estaba temblando por dentro. Y preferí callarme porque casi no podía hablar.
Todo fue demasiado extraño.
Buenos Aires era tan sangrienta como hermosa en ese tiempo y al final los cuatros terminamos desayunando en un bar de la Avenida de Mayo felices de aquella excursión alocada y de nuestras 48 horas sin dormir.
Esto es la sencilla verdad.
No he querido ahondar mucho acerca de otras cuestiones pero tampoco  tiene sentido que diga nada más. No hay historia que no tenga su mensaje hasta dar con la verdadera razón que la encarna.  Aquella noche a la salida de Sunset, cuando fui a buscar mi automóvil a la balaustrada del puerto no tenía ni la menor idea de lo que estaba pasando en mi patria  ni tampoco de lo que después iba a pasar.
La verdad se manifestaba empuñando las armas y la razón era simplemente irracional.
Por eso al terminar el desayuno, alcé los hombros y me volví a mi casa con la intención de olvidar lo que había pasado y de no pensar en nada más.
Me había quedado sin pastillas, estaba muy cansado y era carnaval. 


©2017

17 comentarios:

  1. Que impresionante Néstor. Me has hecho volver -espantada- el tiempo atrás. Te felicito, lo leí dos veces.

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    1. Gracias Mónica. Son recuerdos de mi juventud que hace poco me han vuelto a la mente y he querido ponerlo en palabras. Me alegra que te haya gustado.

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  2. Sí, fueron tiempos difíciles, por fortuna estaban esos lugares donde nos íbamos a divertir, a bailar, con el inmenso tesoro que significaba la juventud. Las balas sobre nuestras cabezas sin saber lo que sucedía, y tratando de olvidar lo que había pasado, lo más rápido posible, fue un símbolo de esa época. Qué bien contado, Néstor, hay tantas cosas metidas en este texto que parece un libro completo.
    Ariel

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    1. Gracias Ariel. Desde ya que hoy tenemos otra visión de las cosas de la vida. Si por algún pasamanos mágico volvieramos a tener el cuerpo joven, seguramente (y a pesar de eso) ya no seríamos los mismos. La experiencia es una alforja cargada por el alma, o por la mente, si eso te conforma más. Abrazo, pibe de Palermo. Gracias por el comentario.

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  3. Me aluciné con esta lectura Nes. Como siempre, nunca estoy segura si lo inventaste o fue verdad. Y recordé muchas noches en Sunset que a mi me gustaba mucho y era hermoso de verdad.

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    1. Tiene mucho de autobiográfico Carlita, es cierto. Pasaron casi todas las cosas que dice el relato. Hace poco est5uve en La Nelly pero ya no es La Nelly, es otra cosa. Cuestiones del tiempo, que le dicen. Un beso.

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  4. Lo siento Nestor pero no lo entiendo. No me mal interpretes, percibo el sentimiento, la fuerza del texto; pero quizás sea porque desconozco el momento histórico al que te refieres (y que por cierto, por lo que veo en los comentarios, todos parecen conocer). Saludos!

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    1. Gracias Norte, es para mí siempre una alegría verte por el blog. Es verdad, dudé mucho antes de publicar este post. Sabía que mis lectores allende los mares dejarían de lado el contexto del relato sin entender bien lo que pasaba. Aquí hubo una dictadura muy sanguinaria y yo tenía 20 años en aquel entonces. Gracias por tu visita. Ya iré a por tus fotos y tus viajes. Te mando un fuerte abrazo.

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  5. Hola Nestor a mi sin saber si los hechos eran o no ciertos (después vi por los comentarios que sí) me ha sobrecogido ese pasar de "la fiesta" al espanto de la amenaza de la muerte. Esa combinación de un día de risas y de miedo, de horror, de violencia.
    Me ha asustado esa fragilidad de la vida y toda esa violencia latente en tu relato y lo peor, que fue en la realidad.
    Me has hecho pensar en esos segundos que pueden cambiarlo todo, en esa mujer embarazada, en esa ciudad por un lado en fiestas y por otro llena de terror y muerte, la finísima línea que separa la vida o la muerte. Me ha impresionado.
    Un abrazo

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    1. Ciertamente mi país ha vivido situaciones políticas que en su momento rozaron la irrealidad. Existía una apariencia de vida social "normal" mientras el terror , aplicado desde el Estado, secuestraba, mataba y hacía desaperecer gente. Es cierto también que diversas formaciones especiales de ideología de izquierda habían comenzado en su momento con un accionar. Pero luego, en plena ilegalidad, simplemente podían matarte por tener en tu casa un libro de Marx o figurar en la agenda de alguien perseguido. Realmente fue así. Muchos cerraron los ojos y dijeron no ver nada de lo que pasaba. Otros se exiliaron y miles desaparecieron. Y es muy lucido tu comnentario cuando dices "la finísima línea que separa la vida o la muerte". Realmente eso pasaba. Te mando un cariño grande. Gracias por pasar por el blog.

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  6. Adrián Méndez Larray14 de enero de 2018, 16:32

    Un cuento que conozco perfectamente. Yo viví esos años Néstor y vos lo sabés muy bien. Sentí como un vértigo mientras lo leía. Muy bueno, te felicito.

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    1. Me alegra verte por el blog Adrián. Yo sentí alguna contradicción interior al escribirlo ya que el texto es fuertemente autobiográfico. Éramos jóvenés, además, casi nada.

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  7. Todo era como un carnaval si la realidad no lo hubiera superado, una mujer con una vida dentro y otros disparando arrebatándola. Y que se podía hacer si no, que volver donde estaban los demás y dejarlo como un sueño. Eso sería como la antesala del horror que llegó después.

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    1. Ciertamente Cristina. A veces parece un mal sueño. Ése que en su momento callé ante mis amigos.Y en especial ahora, que el recuerdo de los hechos comienza a hacerse en el tiempo cada vez mas lejano. Gracias por pasar por el blog. Un abrazo.

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  8. Pedro Marcelo Fleitas16 de enero de 2018, 7:18

    Cada tanto alguien puede darnos una anécdota de aquellas épocas.gracias a Dios podés contarla.me encantó.para los q no vivimos esa época deberiamos indagar más preguntar más! Es nuestra historia.para q nadie pida mano dura.ni milicos al poder!!!

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  9. Gracias Pedro. Yo era muy joven pero viví aquella realidad que hoy, nos guste o no, ya es historia.

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  10. Otro relato bien armado. Por haber vivido la época muchas cosas me han resultado muy familiares. He leído todos los comentarios. Conjuga la felicidad de la diversión con la trajedia de la represión. Yo he tenido suerte

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