sábado, 19 de octubre de 2019

Mara


Realmente ha pasado mucho tiempo Mara. Ni te imaginas la conmoción interior que siento al recordar aquellos días. Hay una especie de halo de luz en la pantalla de mi memoria. Un intermitente destello que se entrecruza con imágenes queribles y de color sepia enmarcadas en madera barnizada. Retratos de aquel aliento agitado y  de tu cuerpo de luna imposible y dorada. Fotografías de la piel de ternura que lucías y que no se comparan con nada. Todavía te sueño, te lo juro, en la sensible desnudez que me brindabas por  las tardes del Bajo de Belgrano.  Es que siempre estuviste a mi lado. Tanto en aquellas aventuras de porteño incorregible y alocado como en las crepusculares tardes de abrazarnos junto al lago. Nunca me dejaste ir y sin embargo nunca me encadenaste a nada. Todo sedimentaba como en las aguas de un río claro. Eras en cierto modo la unidad, mi sentimiento giraba alrededor de ti y tú además eras el núcleo. En Selquet, mientras tomabas un café, me gustaba  acercarme por detrás con algún regalo. Y luego esas tardes extensas y extenuantes en el hotel de la calle Castañeda cuando nada parecía imposible entre los dos.  Sabrás que amo tu recuerdo y que amo el barrio de Belgrano.  Soy un prisionero, acaso asombrado e indulgente, de la nostalgia que provoca el pasado. Aunque no hay tristeza en lo que siento, lo único que tengo es asombro existencial por el tiempo que se fue y  por la vida que ha pasado. Muchas veces pienso en ti en la frontera de este momento que me abruma y que acaso sea el preámbulo de algunos más abrumadores. Otras veces trato de ubicar aquello que fuimos en el escenario de lo que llamamos “vida” y desde ya que no lo consigo ¿Con que vara medir? ¿Dónde ubicarnos? Me parece que eso no lo puede hacer ni nosotros ni nadie. Flotamos en un Universo que no tuvo principio y que acaso no tenga un final. Marionetas de un cosmos que nos ignora y nos desclasifica. Y sin embargo tú y yo, aquel año y medio juntos, viviendo con la sospecha de haber compartido  un amor irrepetible y que jamás volverá.   ¿Quién puede desmentirnos? ¿Un Agujero Negro? ¿Una explosión solar? Probablemente solo brillamos por un rato en el mar del tiempo, pero lo cierto es que brillamos. Hace poco me enteré que continúas del otro lado del charco, que sigues con tu amada docencia y que un hombre acompaña tus días de soledad. Yo te deseo que encuentres en tus alumnos el hijo que nunca tuviste, que los niños te llenen de calor y endulcen tus días con afecto.  Que vivas sucesos y experiencias asombrosas y que la vida sea benigna contigo. En mi caso pienso en ti como si pensara en ciudades  y en ángeles, en poemas de verso libre o en el vino que compartímos en aquel pequeño bar de la calle Echeverría. Siempre serás parte de mi vida aun cuando tú chispa y la mía se hayan apagado.  Desde ya que no aspiro a ser inmortal Mara, pero tú si lo eres exactamente ahora, en mis palabras.



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