Hasta siempre mi cielo.
Que ocurrencia que has tenido
con esto de irte. Siempre fuiste para mí una mujer divina. Y ahora lo eres
mucho más. Divina por tu cintura entallada y por la falda escocesa que usabas
para jugar con nosotros en el bowling club. Divina por tu pelo castaño
y por esos ojos grises tan claros que jamás volví a encontrar.
Y ahora más divina que nunca
según me dicen los que creen en Dios.
Te digo que me duele hasta el último
centímetro de la piel.
No sé qué hacer conmigo.
Me bajo del auto y después me siento en un maldito promontorio
de piedra. Allí cerca, el Rio de la Plata me mira y yo lo miro.
Maldito río marrón.
Maldita la última molécula que se corrió de
tu respiración. Maldita mi existencia. Maldito tu adiós.
Hace rato que no fumo nada. A veces pienso que el último porro lo fumé con
vos.
Bebo, acaso en exceso, pero nada más.
Recuerdo a cada momento aquellos encuentros
en la casa de Diego; recuerdo Palermo y recuerdo el Minibar. Y el osito de
peluche que te regalé en Navidad. La última vez que nos vimos todavía lo
conservabas ¿Te acordás?
– ¿Qué son para nosotros las décadas? –Me
dijiste una noche en el café La Paz.
Siempre tan femenina. Siempre tan
perturbadora en tu femineidad.
He conocido mujeres. Y también me enamoré de
algunas. Pero como vos no conocí ninguna, te lo puedo asegurar.
Ayer me crucé con alguien por la calle y me
dijo que tu exquisito corazón de diosa urbana se detuvo en Villa Gesell. Parece
increíble, justamente allá.
Agregó que fue el verano pasado y que recién
ahora me vengo a enterar.
No sé si los detalles le añaden o le quitan
furia a mi desconsuelo, juro que no lo sé.
Allí tengo frente a mí al maldito río. Siempre
omnipresente, como algunos afirman que es Dios. Y también mi soledad enarbolada
como estandarte. Esta soledad que piensa en ti y en nada más.
Últimamente están pasando cosas muy fuertes
en mi vida.
Pero no tengo derecho a caer en los lugares
comunes ni tampoco en ponerme a
filosofar.
Tan solo tengo una última y simple frase para
ti, divina.
Nunca te voy a olvidar.
©2016
Guauuu Néstor. No sé que poner ni como comentarte. Estoy emocionada y con una fuerte tristeza en mi corazón. Más tarde charlamos. Si?
ResponderEliminarGracias por tu visita al blog Carlita. En un rato nos vemos. Dale, luego charlamos.
EliminarMe pasa lo mismo. Es tan delgada la línea entre la ficción y la realidad... Me gusta como escrito de ficción y también admiro las palabras que yo también usé cuando mi amor de La Paz y Gesell se fue para siempre.
ResponderEliminarHolaaaaa Lidy. Que alegría reencontrarte. Me pone muy feliz verte por aquí comentando. Sabrás que he dejado de frecuentar sitios literarios. Simplemente abrí este blog por consejo de un amigo y desde aquí despunto el vicio con variada suerte en cuanto a las visitas. Nunca manejé bien Google+ y me cuesta mucho usarlo pero de a poco me han ido visitando. Estoy muy feliz de verte por aquí. Y en cuánto al texto, lamentablemente es real. Te mando un beso. No te pierdas.
Eliminar¡Qué historia tan triste Nesty!
ResponderEliminarCierto Cris. Es verdad es una historia triste. Y tristísima en mi caso personal.
ResponderEliminarQuise dejarte este mensaje en el blog.... Una enorme satisfacción para mí haberlo leido... Un honor!"
ResponderEliminarAl contrario Diego. El que se siente profundamente honrado soy yo. Me pone muy feliz la "enorme satisfacción" que te produjo la lectura. Uno escribe para eso. Te mando un gran abrazo.
EliminarQue impactante y que triste a la vez. Ficción o realidad pueden ser una misma cosa. Estoy tratando de salir del golpe frío de este texto que justamente por ello es tan genial. Divino Divina 😉
ResponderEliminarGracias Lili. Recién le comentaba a Diego que uno escribe para conmover y emocionar al lector. En tu caso, ese "golpe frío" que sentiste con su lectura. Tiene muy poco de ficción, casi todo es tristísima realidad. Te mando un beso. Gracias por los elogios.
ResponderEliminarHermoso Néstor !!!!
ResponderEliminarMe gusta tanto tu modo de escribir...Un abrazo !
Gracias Mónica. Sos muy amable.
ResponderEliminarQuerido Néstor. Este texto me ha dejado pasmado, tiene una potencia afectiva que solo vos le podés dar, porque tenés a tal punto el oficio literario incorporado que podés escribir desde la espontaneidad de este modo tan preciso, para llegar a conmovernos con tus historias, de tramas reales o de ficción, de tristezas o de alegrías, de amor o desdicha. Es un poema en prosa de esta triste despedida. Brillante. No tengo otra palabra.
ResponderEliminarTe mando un gran abrazo.
Ariel
No puedo hacer otra cosa que agradecerte Ariel. Tus elogios me conmueven y me causan gratitud. En verdad ella era divina.
ResponderEliminarUna prosa que habla de ficción y realidad es triste pero hermosa a la vez. Un abrazo
ResponderEliminarGracias María del Carmen. Me alegra mucho que visites el blog. Te mando un cariño grande.
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