Comenzaré por decir que soy un
hombre que sufre de insomnio.
El sueño
durante la noche es algo que ha sido vedado para mí.
Yo jamás pude dormir cuando la
oscuridad comienza a invadir los territorios luminosos del día. Eso es algo que
comencé a sufrir hace mucho tiempo, cuando era un muchacho. Hoy ya soy un tipo
grande, que pasó la barrera de los cincuenta años y que tan solo duerme dos o
tres horas por día y siempre en horas de la tarde, después del mediodía.
Eso me convirtió en una persona
solitaria.
Jamás me casé y tampoco tuve
hijos. Aunque debo confesarles que una situación semejante nunca me importó
demasiado. Descreo de toda esperanza y simplemente sobrevivo como puedo.
Con eso me alcanza.
Hace un par de años conseguí un
trabajo de vigilador en una empresa del barrio de Caballito. Entraba a las ocho
de la noche y salía a las cuatro de la mañana. Era una tarea bastante aburrida
e impregnada por el tedio pero a mí no me importaba. Cualquier cosa era mejor
que estar mirando el techo en el dormitorio de mi casa.
Viajaba desde mi barrio en el
colectivo 126 y con el mismo autobús regresaba.
Una madrugada, sin embargo, y
mientras esperaba el transporte en la esquina de Pedro Goyena y Pumacahua noté
que uno de los coches no se detuvo en la parada. Pasó de una manera ligera (y
acaso airada) ignorándome por completo y como si yo no existiera para nada.
Aquello provocó mi indignación. Y
el sentimiento, sin embargo, no me causó
demasiado disgusto. Hacía mucho tiempo que yo no me indignaba.
Al mediodía siguiente llamé a la
empresa de transportes para elevar una queja pero la empleada que me atendió se
mostró sorprendida.
–No tenemos –dijo– ninguna unidad
que pase por allí a las 4:15 de la mañana. Hay una a las cuatro en punto y otra
a las cuatro y media pero ninguna a las 4:15 de la mañana.
–Sea lo que sea –repliqué– ese
colectivo me faltó el respeto porque no se detuvo.
Y la empleada fue incapaz de
contestarme nada.
A partir de aquel día comenzó a
suceder algo especial. El colectivo de las 4:15 horas jamás se detenía en la
parada. Y yo por lo tanto debía abordar el que pasaba minutos mas tarde.
Esa rutina, sin embargo, me preparó para observar algunas
particularidades del pasaje que viajaba en el transporte. En algún momento creí
distinguir un marinero, en otras una especie de compadre tanguero y en otras
(para mi asombro) me pareció llegar a ver una novia con su vestido blanco.
Eso me desorientó por completo.
No sabía muy bien que era lo que pasaba.
Una noche en un bar le referí la
historia a otro parroquiano y el fue conciso y tajante.
–Es el colectivo fantasma. – dijo–. Y deje de hacerle señas porque un día
va a detenerse en la parada.
–¿Y cual es problema? –pregunté.
–Que tendrá que subirse, amigo.
–replicó. ¿No le parece suficiente?
Y yo no le contesté para no molestarlo, pero la verdad es que su
comentario no me importaba nada.
Luego todo se precipitó.
Y siempre que llegaban las 4:15 horas de la mañana me quedaba de una manera inalterable y solitaria en la esquina de Pedro Goyena y
Pumacahua.
Muchos pasajeros, con el tiempo,
me miraban a través de las ventanillas con una mirada compasiva y algo
asombrada. Otros intentaban saludarme agitando las manos. Otros no hacían nada.
Una día (como muchos habrán
imaginado) el colectivo se detuvo y entonces subí.
Algunos de los que viajaban se
acercaron a mí y me saludaron. Y otros mas efusivos me abrazaron con afecto.
Desde entonces viajo en el
colectivo fantasma.
Sé perfectamente que eso no es lo
ideal. La rutina se repite siempre y uno hasta llega a distinguir cada metro
del recorrido del transporte. Y a veces cada imagen del trayecto se va quedando
clavada en la memoria y en el alma.
No obstante puedo conversar con
cada pasajero desprovisto de pasiones y eso es muy importante para mí.
El resto de la gente morirá (eso
cualquiera lo sabe).
La resto de la gente se sumergirá
en la nada.
Y yo en cambio andaré toda la
eternidad por Buenos Aires viajando en el colectivo fantasma.
Excelente Néstor. Lo había leído antes, pero igual me sigue fascinando. Un full abrazo. SOFIAMA
ResponderEliminarGracias Sofy. Este texto es del 2012, de los "primeros tiempos". Lo subí porque algunos lectores del blog no lo conocían. Un beso.
EliminarMas que genial tu texto intenso
EliminarHoy tengo tiempo y me he dedicado a conocerte.
Creo que se conoce a una persona a través del alma de los escritos.
El dormir es fácil si caminas lento cuando anochece sin tomar café por las calles de mi adorado Bs As
media hora quizás sea suficiente .Después de cenar levantas la temperatura del cuerpo y dormis bien tratalo...una taza de té de tilo con miel te ayuda
Y si podes una buena Compañia...jajajaja
Increíble Nes. Volví a vivir aquellos días que esperaba el colectivo de madrugada. Me alucinó la pasajera vestida de novia. Un beso grande.
ResponderEliminarLa madrugada es la hora perfecta para ver pasar un colectivo fantasma. ¡No se te ocurra subir! Un beso Carlita.
EliminarComo siempre dejando abierta la posibilidad de un guión de cine o una novela. Fantástico cuento fantástico! No será hora de editar un libro de cuentos? los lectores estaríamos agradecidos eternamente.
ResponderEliminarGracias Lili. Creo que sí, que la hora del libro de cuentos ha llegado. Veremos si hay algún editor dispuesto. Y si no lo hay lo inventamos. Te mando un beso grande. Me ponen muy feliz tus elogios.
EliminarLa novia debería ser Jenny " la del retrato"
ResponderEliminarMuy lindo relato
"Unknown" me alegra que te haya parecido lindo el relato. No entendí lo de Jenny, te lo juro. por favor, aclaralo.
EliminarHas creado la atmósfera nocturna de manera perfecta. Pude disfrutar del misterio de ese pasajero solitario. Y el final queda abierto a las interpretaciones. Muy bueno Néstor. ANDREA
ResponderEliminarGracias Andrea. El otro día lo tratábamos por mail. ¿Te recuerdas? Esa necesidad de trascender a la palabra como un mero símbolo gráfico y mediante ella, como instrumento, dar vida a climas y ambientes para "envolver" el lector en lo que estamos contando. Me alegra que te haya gustado ese aspecto del cuento. Un abrazo.
EliminarTe equivocaste de número de colectivo en la foto! Jajajja. No era el 93,que pasa por mi casa. Era otro. Igual por las dudas no lo tomo más!!!! Muy bueno el cuento!!! Me encantó!!
ResponderEliminarJajajja. Es cierto, el texto menciona el número de una línea de colectivos y en la foto he puesto otra! Me pone feliz que te haya gustado el cuento. Un beso.
EliminarAtroz perspectiva amigo Néstor!!!
ResponderEliminarY claro Diego, entre morirse y andar toda la eternidad en el colectivo fantasma uno no tiene demasiadas opciones!
ResponderEliminarHola Néstor. Ya sabés que yo soy un poco atrevido, pero como el cuento me gustó, creo que anticipar el desarrollo en el título poniéndole "fantasma", es como darle servido al lector de antemano de qué va a ir el cuento.
ResponderEliminarTambién me pareció un poco raro que el tipo llame a la empresa para quejarse porque el colectivo no le parara. Si no le parara dos o tres veces, lo vería más lógico, pero quejarse porque no te paró a la primera, más en Argentina, me resultó un poco inverosímil.
Para mí, todo esa parte de la llamada y la de la empresa diciéndole que no hay frecuencia a esa hora le quita punch al relato que está planteado desde lo fantástico.
Espero que no te moleste esta opinión.
Un abrazo grande.
Hola Simón. Me gustan muchos tus comentarios. No creo que seas atrevido en absoluto. En todo caso es un atrevimiento positivo y es para mí, además, un importante aporte. En especial porque, como en este caso, me obliga a repensar mi propia escritura. Te diré que cuando escribí este cuento (hace ya bastante) lo que me propuse fue trasladar mitos universales a una calle porteña. Todos hemos oido hablar del tren y también del barco fantasma. Fabulosas historias recreadas por el mito y por la literatura. Y en este caso, un sencillo colectivo que pasa por la puerta de casa también podía ser "fantasma", de allí la inclusión textual del sustantivo. Pero ya que estamos (dijo Ramos) te añado algo más. Desde siempre sigo a Borges, más en lo estilístico que en lo temático. Y me costó mucho escribir "colectivo". Siempre he querido evitar los argentinismos. Pero no es que esté mal hacer lo contrario. Desde el lunfardo para abajo cada uno escribe lo que quiere. En mi caso es simplemente una elección de estilo. Hay textos gloriosos en lunfa, empezando por el tango. Pero tampoco podía titular "El autobús fantasma" no es cierto? No me molesta para nada tu opinión. Me agrada y la valoro y estoy muy feliz de tus visitas. En general pasan por mi blog más lectores que escritores. Muchos vienen de las redes sociales. No publico para ser loado de manera diplomática. No me interesa. Te mando un fuerte abrazo.
ResponderEliminarHola Néstor. Yo de nuevo. No me refería a la palabra "colectivo" sino a la palabra "fantasma". Es como dar servido el suspense y entonces se pierde todo lo bueno que tenga la recreación del mito, porque ya estás diciendo de qué va.
EliminarTambién usaste en el texto la palabra "autobús" y a mí me repateó los ojos (en el buen sentido lo digo), porque no me imagino a ningún porteño ni argentino que se precie diciendo eso. Podrías usar ómnibus, bondi, o esas cosas, que son realmente del habla natural. Pero mi cuestión, ya te digo, iba sobre "fantasma". Yo le hubiera puesto "El colectivo" hasta que se desarrollara el suspense.
Creo que Borges nos puede gustar más o menos, lo mismo que Cortázar (que desgraciadamente parece que fueran los únicos dignos de mención cuando hay tanto buen escritor argentino al que nadie cita, Juan José Saer, sin ir más lejos o Eduardo Mallea) que no son tallas menores si uno se pone realmente a analizar su obra eliminando la obsecuencia borgiana que tan bien se supo inculcar en las mentes de modo de que si no te plegás al borgeanismo, sos un ignorante analfabeto del acervo cultural de la nación (ja-ja-ja)
En un punto lo que te digo se parece a lo que dice Ariel. Es un relato fantástico (puede ser y no ser, como característica de lo fantástico) y por eso mi planteo de permitir un poco a lo cotidiano jugar con eso de ¿y por qué no le para el colectivo ese? sin explicarle de movida al lector que "no para porque es fantasma".
Darle un poco de juego al lector, es lo que quiero decir.
Otro abrazo.
Puede ser Simón ¿Porque no? Acaso funcionara en otro relato similar a éste donde la estructura del texto tuviera otro propósito. En el inconsciente colectivo de lo que llamamos "occidente" la presencias de cosas fantasmales ha impregnado el legado intelectual durante milenios. Yo he querido ser simple y que el lector supiera, desde el comienzo, de lo que se trataba. Solo he querido introducirlo en un ambiente de magia urbana. ¿Cómo va a pasar un colectivo fantasma en Pedro Goyena y Pumacahua? No me interesaba el suspenso, solo deseaba crear un clima de cierta magia, nada más que eso. Gracias por el fervor y por tu aporte. Mirá una cosa, yo acabo de leer "suspense" y no me repateó nada. Te mando un fuerte abrazo.¡Gracias por visitar el blog!
EliminarBueno, pero yo digo dentro del relato escrito por un porteño mientras el colectivo pasa por Pedro Goyena y Pumacahua. Aunque el idioma sea universalizable, creo que tu intención es mantener el escenario de Buenos Aires y que las cosas pasen ahí. Por eso pienso que todo hace al clima en un relato.
EliminarLo de suspense es una cosa del comentario, que es como lo veo escrito en todos los libros que leo sobre narrativa. Y no creas, me patea mucho leer suspense y no suspenso, pero por convención lo puse así. Si fuera un cuento y no un comentario, hubiera puesto "suspenso".
No tengo nada que decir si tu intención era ofrecer al lector la cosa en bandeja.
Voy a cambiar entonces la posición: A este lector le hubiera gustado... (y agregale todo lo que te dije).
Un abrazo grande, amigo!! Un gustazo la charla.
Buenísimo el debate. Y muy enriquecedor. Ya la seguiremos, cuando toque, en algún otro tema y por e mail, donde tenemos mas margen de explayarnos. Esto es intrínseco de la literatura. Viene del siglo de oro español y también desde antes. Nosotros acá tuvimos hace 80 años "Florida y Boedo", casi nada no? Chau. otro abrazo.
EliminarMe encantó, Néstor. Tiene la fantasía que tanto me gusta. Me dejé llevar por la prosa, por tu estilo característico, pero esta vez subido a la nube irreal de ese colectivo. Me parece que la elección de ese elemento concreto y cotidiano contrapesa lo fantástico del relato, le da un equilibrio que no se escapa de tu modo de contar. Quiero decir que es totalmente genuino. Realmente disfruté mucho de la lectura.
ResponderEliminarTe mando un gran abrazo.
Ariel
Gracias Ariel, precisamente le contestaba a Simón algo similar.Te mando un fuerte abrazo. Siempre vienen bien tus elogios!
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo!. El insomnio es el culpable y la puntualidAd también Ja!!... es poco común que uno quiera subirse luego del aviso, pero para este loco nocturno es lo mejor que le pudo suceder.
ResponderEliminarSaludos!.
Gracias Gaby. Cuando uno escribe lo primero que se propone es que el relato le guste al lector. Como ha sido en tu caso. Bienvenida al blog! Un abrazo.
EliminarBueno, si te propusiste qu el relato le guste al lector, a mí me gustó, creo que es una de esas narraciones que a uno lo deja pensando, hay algunas inerpretaciones posibles al final, y me agrada este tipo de relatos.
ResponderEliminarQue buenoo Guille. Una de las magias de la literatura es formar ese tipo de pensamientos evocadores mientras uno está leyendo. Gracias campeón, te mando un abrazo.
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