martes, 8 de enero de 2019

El Bosque


                Ayer lo pensaba mientras cruzaba el bosque. Los pájaros planeaban entre los álamos y a lo lejos se escuchaba el rumor del mar. Mis pies pisaban la arena inmemorial donde alguna vez el fundador plantara pinos y acacias. Era un atardecer especial, no tengo dudas. Y hasta  un murciélago ciego pasó más o menos a un metro de mi cabeza. El sol del ocaso, mientras tanto, buscaba la manera de  traspasar las compactas ramas de los árboles.
                Por momentos pude verte, te lo juro.
                Las mostacillas multicolores rodeaban tu cuello oscuro, áspero y bronceado mientras la salazón del mar te cubría la piel con un tono claro.
Aquellos eran días de intemperie.
Luminosas jornadas de agitación medida, de suspiros anhelantes y de un sol omnipresente en cada acto. Todo era sol y sal. Y además el yodo que flotaba sobre la espuma de las olas haciendo en la rutina de nuestras vidas un continuo, placentero  y amoroso daño.
Yo te amé hasta lo innombrable, eso lo sabes bien. Tuyas y mías resultaban las canciones, las guitarras y los poemas. Un verso de Barocela te tocaba igual que mi penetración más profunda. Juntos nos quedábamos dormidos en la playa sin saber bien qué hora era y a veces confundíamos amanecer con atardecer.
 Creo que estuvimos casi dos meses descalzos o en sandalias.
El sol te había sacado pecas. Y yo te miraba de cerca y no quitaba mi vista de ti. Entornabas los ojos con esas pestañas oscuras y extraordinarias y después girabas la vista y me observabas.  Ninguna otra cosa lograba conmoverme más que tu mirada.
Helios era nuestro Dios y la playa y las dunas la promesa de una vida intensa pero nunca eterna. Lo imaginábamos hermoso y coronado con la brillante aureola del sol, conduciendo un  carro por el cielo cada día y regresando siempre por el este.
Tanto tú como yo sabíamos bien lo que pasaba. Aunque eso no nos quitaba el ahínco de encontrarnos y estar juntos. “Cuando se termine, se termina” me dijiste en un febrero de carnaval y guirnalda. Y allí anduvimos. Pulseando la naturaleza, el sexo y las emociones más fuertes que anduvieran cerca. Eras tan intensa, tan irreductible y a la vez tan mujer delicada que yo acabé rendido a lo que pasara.
Crepitaban los porros a la salida de la Mosca Verde y ardían los fogones en la playa. Estábamos solos y juntos a la vez, por eso alucinaban los encuentros y era encantador el desamparo. Tenerte para mí ha sido una fiesta de esas que nunca se acaban. Aún cuando el tiempo y la vida hayan dicho: basta. Hay como un reflejo, un elaborado contraluz en mis noches de insomnio cada vez que suelo tomar la decisión de recordarte. Y allí siempre estás, con tu cintura de junco y tus ojos insondables.
Hoy ya nada parece alcanzarme.
El tiempo nos va moldeando a su gusto y los años no pasan en vano. Y aquí me encuentro de nuevo en el bosque mientras los murciélagos planean sobre mi cabeza y el sol se oculta tras los árboles.
Hay como una quietud en lo imperceptible. Cada paso que doy sobre la arena del sendero derrumba un alud de recuerdos. Detrás de mí se oculta una comadreja y más allá canta una calandria. De alguna manera no estoy solo. Tu sombra luminosa viene detrás de mí y se sonríe porque sabe que yo la presiento en mi aparente calma.
No hay manera, no hay forma ni hay modo de quitarte de mi alma.



©2019

18 comentarios:

  1. Alicia Carmen Vullo8 de enero de 2019, 8:25

    Me encantó tu historia, es realmente bella. Tu relato se asemeja mucho a la realidad. El ambiente en que se desarrollo la historia es inigualable y ud. Es increíble, no se si llegó a vivir historias así o solamente sentirla como si fuera suya. Genio!!!

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    1. Qué bueno Alicia! Me alegra mucho que te haya gustado. A veces escribimos textos autobiográficos. De cosas que nos pasaron. Este es uno de ellos. Muchas gracias por ser tan generosa con tus elogios.

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  2. ¡Muy bueno! Excelente evocación de personajes y entorno. Bien balanceada la nostalgia, para que no empalague, (¿En Gesell?) Un saludo.

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    1. Gracias beba. Me alegra mucho que te haya gustado. Si, en Gesell, claro. Un abrazo.

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  3. Descripciones fabulosas tejen este sentir tan bien narrado que como buen observador captaste y como buen narrador plasmaste. Divino! Besitos, corazón de amigo. SOFIAMA

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    1. Gracias Sofy. Eres muy amable. me ponen muy feliz tu elogios. Un cariño grande.

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  4. Guau qué romantico! Me encantó Nes!

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  5. Bueno, me alegra Carlita. Un cariño grande y feliz 2019!

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  6. Melancolías que arañan el alma... Bellísimo relato, Néstor.

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    1. Muchas gracias Marta. Eres muy amable. Me alegra que te haya gustado. Feliz 2019. Y que se cumplan todos tus sueños!

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  7. Es tan evocativo, tan hermoso y romántico que he llegado a estar presente en ese bosque. Gracias Néstor, lo he disfrutado muchísimo.

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  8. Muchas gracias a ti Graciela. Te mando un cariño grande. Gracias poir visitarme!

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  9. Dentro y fuera de este bosque que da a la playa hay literatura. Las frases pasan como postales del recuerdo, imágenes interiores reflexivas y sentimentales, descripciones externas de una belleza enorme. Leer el relato es similar a escuchar la música de una canción inolvidable. Este tipo de textos es de los que más me gusta, de ahí el entusiasmo del comentario. No lo puedo evitar, Néstor. Excelente!!
    Ariel

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    1. Que bueno Ariel. Me complace que te haya gustado el texto. Gracias por tu generoso comentario.

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  10. Que descripción poética y llena de romanticismo. Hermoso relato!

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  11. Muchas gracias Lili. Me alegra que te haya gustado!

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  12. Me gustó mucho este relato. Me parece magistral. Lo leo como un canto a la belleza y al sentimiento humano.

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    1. ¡Gracias Guille! Me alegra mucho verte de nuevo comentado en el blog y que además te haya gustado tanto!

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