martes, 6 de febrero de 2018

El Viejo Matías

𝑬𝑳 𝑽𝒊𝒆𝒋𝒐 𝑴𝒂𝒕í𝒂𝒔, 𝒅𝒖𝒆𝒓𝒎𝒆 𝒆𝒏 𝒄𝒖𝒂𝒍𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆. 𝑼𝒏 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒎𝒂 𝒆𝒓𝒓𝒂𝒏𝒕𝒆 𝒍𝒆 𝒕𝒐𝒄𝒂 𝒍𝒂 𝒑𝒊𝒆𝒍 𝑷𝒆𝒓𝒐 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒍𝒍𝒖𝒆𝒗𝒆, 𝒔𝒖𝒔 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒐𝒋𝒐𝒔 𝒃𝒖𝒔𝒄𝒂𝒏, 𝑳𝒂 𝑬𝒔𝒕𝒂𝒄𝒊ó𝒏 𝒅𝒆 𝒄𝒉𝒂𝒑𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝑷𝒂𝒔𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝑹𝒆𝒚.

Nací en un pueblo situado en la ribera del río Oder, no sé bien si en Polonia o en Alemania.
En el sector oriental, desde ya.
Nunca supe bien si fui alemán o fui polaco. Las fronteras han cambiado siempre en todo el mundo. A veces un pueblo dominante las lleva hacia un lado y en otras un pueblo diferente las corre hacia el otro. Yo nací en las afueras de la ciudad llamada Slubice. Estábamos frente a Fráncfort, éramos casi un barrio de Fráncfort pero bueno, no quisiera aburrir con cuestiones geográficas.
Mi sangre es eslava, está claro que no soy germano.
Creo que con esto lo digo todo.
Mi madre también era eslava, aunque además muy cristiana. Había nacido a orillas del río Zbruch y aunque seguía las enseñanzas de Jesús, siempre me contaba de bellas historias de algunos dioses llamados Koleda y Kupala que llegaron, desde el fondo de los tiempos- a la ciudad donde ella había nacido y que estaban conectados con el mismísimo Juan, el que bautizó a Jesús.
En fin, cosas que no deseo refrendar porque no estoy muy seguro de que sean verdad.
Mi padre siempre fue un misterio para mí. Me puso de nombre Matthäus, que en otros idiomas quiere decir “Mateo”, el nombre de un famoso evangelista. El murió muy joven, en una batalla donde se mezclaban los serbios de la península balcánica con Austria y con Hungría. En ese entonces la gente moría muy joven, destruida por las explosiones o atravesada por la espada. Era 1938, lo recuerdo bien, y un amigo me dijo, “Vámonos para América” y yo le dije que sí, porque recién había cumplido veinte años y no deseaba estar –como lo estaba- hastiado de todo lo que pasaba.
-Iremos a Buenos Aires –me comentó por lo bajo- un lugar muy cercano a Nueva York.
Y así partimos (Y huimos) en la tercera clase de un barco italiano.
Salimos de Dubrovnik, fuimos hacia el sur hasta el puerto de Neretva, en Croacia y al final abordamos el barco cuando casi se marchaba. Y luego tan sólo quedó para nosotros la indescriptible belleza del Mar Mediterráneo y la profunda hondura del Océano Atlántico.
Llegamos a Argentina en 1939 y allí nos enteramos que la guerra total se había desatado en Europa. Bueno, se publicaban noticias, fragmentos de la realidad que pasaba y que era el único modo en que podíamos enterarnos de todo. En la aduana argentina me pidieron mi nombre y yo les dije “Matthäus Engels” y ellos escribieron “Matías Angel” y entonces lo acepté de inmediato. Era el nombre que el destino me había puesto en esas tierras extrañas y yo lo acataba por completo. Estaba entregado a lo que pasara. Sabía de lo ajeno y de lo imposible que significa cambiar el destino. No lo había estudiado en ningún libro, lo sentía en mi interior y para mí, con eso bastaba.
Y una vez allá, que puedo decirles, pasaron una infinidad de cosas. Luché por un progreso económico, crecí en mis inquietudes, me enamoré de una mujer, tuve un amor inolvidable aunque no tuve un hijo y luego las cosas se fueron viniendo abajo lentamente y me atrapé, yo solo, en mi adicción al alcohol y lo fui perdiendo todo, poco a poco.
Y a veces, lo confieso, he llegado a beber alcohol puro que compraba en los almacenes de barrio de la ciudad y en las farmacias.
Argentina (me refiero a Buenos Aires) es muy liberal con el alcohol, tal vez porque no hace tanto frío como en la tierra eslava y allí la gente no depende tanto de estas cosas que a veces nos ayudan a vivir un poco.
Ahora duermo en el andén de la estación de trenes de Paso del Rey.
Los años han pasado. La misma vida pasó, año tras año, como si fuera un sueño. Y hasta me he llegado a enterar que un joven poeta y cantante de la zona me ha dedicado una canción al verme dormir entre los andenes.
En fin, estoy viviendo mi decadencia, no puedo negarlo, estoy enfermo y dispuesto a enfrentarme a la escena final. Siento cariño por esta tierra que me albergó a mi llegada. Y no sé bien que decir acerca de mi vida. No me pidan una opinión porque la verdad es que nunca se las podría dar.


𝑬𝑳 𝑽𝒊𝒆𝒋𝒐 𝑴𝒂𝒕í𝒂𝒔, 𝒅𝒖𝒆𝒓𝒎𝒆 𝒆𝒏 𝒄𝒖𝒂𝒍𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆. 𝑼𝒏 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒎𝒂 𝒆𝒓𝒓𝒂𝒏𝒕𝒆 𝒍𝒆 𝒕𝒐𝒄𝒂 𝒍𝒂 𝒑𝒊𝒆𝒍 𝑷𝒆𝒓𝒐 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒍𝒍𝒖𝒆𝒗𝒆, 𝒔𝒖𝒔 𝒅𝒆𝒔𝒑𝒐𝒋𝒐𝒔 𝒃𝒖𝒔𝒄𝒂𝒏, 𝑳𝒂 𝑬𝒔𝒕𝒂𝒄𝒊ó𝒏 𝒅𝒆 𝒄𝒉𝒂𝒑𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝑷𝒂𝒔𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝑹𝒆𝒚.


©2018

20 comentarios:

  1. ¿Te4 acordás cuando fuimos a escuchar al Negro al Atlas de Villa Gesell? Para mí, imposible olvidarlo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Desde ya que me acuerdo. Fue un show extraordinario.

      Eliminar
  2. Has combinado la historia de un inmigrante y la canción que inspiró. No sé si es real pero parece ser, a mi me parece un relato perfecto. Felicitaciones.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Graciela. Eres muy amable. Tú sabes que estas cuestiones de realidad en la literatura son a veces relativas a la propia historia que uno cuenta. A veces no sé si lo que sucedió fue cierto o yo mismo lo he inventado.

      Eliminar
  3. Nestor la música que escogiste para el relato es ideal.

    Tus letras, la música, me han hecho pensar en esas personas sin hogar, sus circunstancias y en qué momento se torció su vida para quedarse solo y viviendo en la calle. Con demasiada frecuencia, el alcohol, las enfermedades mentales, las drogas acaban siendo las responsables de esas vidas rotas.
    Recuerdo que hace un tiempo escuché un reportaje de personas voluntarias que decían que cuando llovía no podían dejar de procuparse por las personas que no tienen un techo, imagina estos días que por nuestra tierra está haciendo un frío terrible y ves a tantas personas pasarlo mal sin hogar.

    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La eterna historia del sufrimiento y el desemparo de millones de personas, Conxita, que aún con todo el desarrollo tecnológico (abrumador)que hemos alcanzado no hemos podido solucionar. El invierno es particularmente duro en ese sentido. Gracias por pasar por blog. Un beso.

      Eliminar
  4. MUY BUENA HISTORIA nESGOR














    Muy buena historia Nestor, cuando veo la tapa de "El regreso de Jackie " recuerdo que una noche hace muchos años los fuì a ver cuando actuaron en el Salon Wilson de V. alsina
    Abrazo


    ResponderEliminar
  5. Bueno "Unknown", que alegría. Tal vez aquel día estuvimos juntos en el club del sindicato. Me gustaría que me escribas con tu nombre. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Argentina, tierra de promisión, a donde millones de Mateos llegaron para poder alcanzar sus sueños. Bellísima historia Nestor.

    ResponderEliminar
  7. Gracias Norte. Siempre es una alegría verte por el blog. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Un precioso y triste relato Nestor. Hay muchos Mateos en esta vida abrumados por la tristeza y el alcohol. Un abrazo

    ResponderEliminar
  9. Gracias María del Carmen. Me alegra que te haya gustado el cuento. Un cariño grande para tí. Y que no sea demasiado el frío!

    ResponderEliminar
  10. Un excelente homenaje en prosa remedando lo que el "negro" Heredia hizo en forma de canción al viejo linyera que supo conocer cuando era muy joven y que inmortalizó para siempre componiendo ese tema maravilloso. Una historia que tu prodigiosa imaginación empieza a tejer desde Europa del Este y la convierte en una de las tantas posibles que nos han dejado los inmigrantes. Muy bueno, Néstor, me gustó mucho. Te mando un abrazo.
    Ariel

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Ariel. Gran tema "inicial" de su carrera del Negro Heredía. Quise interpretar la historia y convertirla en cuento. Me alegra que te haya gustado.

      Eliminar
  11. Qué lindo relato Néstor.se va armando la trama hasta que al final combina perfectamente con la canción. Me llegó mucho creo que porque mis orígenes están por esas tierras.

    ResponderEliminar
  12. Una vida resumida en pocas líneas, Nestor, la verdad es que por momentos se enternece el alma al leerla, en otros una sonrisa aflora a los labios (como al leer que Buenos Aires queda cerca de Nueva York), lástima que el final sea triste, porque ese hombre se merecía un descanso apacible en su vejez... pero es lo que tiene el destino ¿no crees? ¡Un abrazo trasatlántico!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por visitar el blog, me pone muy feliz verte por aquí. Desde ya que creo en el destino. Soy determinista. Todo tiene una causa anterior. Como bien dices, una vida resumida en pocas líneas, y una vida, además, resumida en millones de vidas parecidas. Te mando otro abrazo, eres muy amable.

      Eliminar