martes, 27 de junio de 2017

La Alameda

A lo largo de mi vida el pasado ha tenido un gran atractivo para mí.
Lo siento como una bendición, como una especie de gracia; siempre he dicho que nací muy tarde. Y a veces, por las noches, percibo que el carisma de las cosas que pasaron no me deja dormir. Buenos Aires es muy particular en ese sentido. Cualquiera sabe que la adoro y que le he dedicado canciones, poemas, cuentos y novelas. Sin embargo, por pudor, a veces apenas la nombro. Buenos Aires es mi ciudad y va a serlo para siempre pero tiene tanto pasado que suele ser demasiado para mí.  Yo suelo solazarme con ese tipo de cosas pero no por eso dejo de frecuentar la Internet o comprarme el último celular que sale a la venta.
               Los años me han otorgado una especie de leve y extraña sabiduría.
La noche del solsticio, debido a mi insomnio, fui caminando hasta la alameda del Parque Alberdi. Transité las pocas cuadras entre mi casa y la entrada con una cierta aprensión. El sol se detendría después de medianoche, a la 1:24 horas del día siguiente y  yo buscaba estar bajo el abrigo del cielo cuando eso pasara. Era una hilera de álamos carolina completamente deshojada. Una hilera de álamos, precisamente una alameda.  Fui con el abrigo lógico del clima y con muy poco dinero encima, pero al llegar me encontré una sorpresa.
Un grupo espiritual o algo por el estilo había tenido la misma intención que yo.
Eran unas diez personas sentadas en círculo alrededor del fuego.
Desde ya que aquel fuego era ilegal en ése lugar pero visto el frío y las circunstancias también era comprensible. Yo me senté en un banco no demasiado apartado y a los pocos minutos vino a hacerme compañía un perro marrón oscuro. Bastó que lo acariciara para que se quedara a un costado del banco conmigo.
Todos tememos a la muerte y nos cuestionamos nuestro lugar en el mundo. Los años nos enseñan (en mi caso algo tarde) que no se debe sucumbir a la desesperación, sino encontrar un remedio para el vacío existencial.
Creo que ese era el propósito del grupo.
Recitaban una especie de letanía en extraños idiomas y sonidos y yo, que no sé demasiado del tema supuse que eran los llamados mantras. Por momentos se tomaban de las manos y luego dejaban de cantar. Creo que había una especie de líder que manejaba la ceremonia, o lo que sea que hacían en el parque.
Siempre pensé que en la vida hay más que lo aparente. Es una creencia desoladora suponer que Dios se tomó tanto trabajo para que al final todo se convierta en nada. Y sin embargo también pensé ¿Qué le puede importar al universo mi suerte personal? ¿Qué le puede incumbir si mañana tengo dinero, amor o trabajo o si me curo una enfermedad?
Nada, por supuesto.
El grupo, por otra parte, en sus oraciones nombraba al Universo y no a Dios. Aparentemente ellos sí creían que al “Universo” le importaban.
Y mucho.
Cuando llegó la hora del solsticio se pusieron de pie y se saludaron entre todos. Luego volvieron a sentarse y entonaron una especie de alabanza. Todo en una media voz muy seductora y lejana. El invierno finalmente había llegado. El ritual había vuelto a repetirse.
Yo pensé en regresar a mi casa.
El perro marrón, supongo que aburrido, se había perdido en el interior del parque.
Así que tuve que afrontar que llegaba la hora del retorno a la rutina de mi  soledad. A los momentos vacíos y carentes de sentido. A la inercia del aislamiento y a sus múltiples redes.
Aquello no me gustó en absoluto. No deseaba para nada volver. Entonces fue que tomé la decisión de acercarme al grupo y preguntarle:
-¿Me puedo sentar con ustedes?


©2017

18 comentarios:

  1. Siempre se vuelve por la senda de los recuerdos de regreso al pasado. Lo maravilloso de todo es que tú tienes el don de plasmar tus vivencias en letras que hablan solas, que respiran nostalgia y huelen a ese hombre sabio que lleva tan dignamente la esencia que lo envuelve. Te felicito, te re abrazo y te requiero. SOFIAMA

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    1. Gracias Sofy. Me llena de felicidad tu comentario. En realidad la literatura se reduce a contar historias, lo mejor que uno pueda. Por eso intento siempre "plasmar vivencias". A veces sale y a veces no. Beso grande. Yo también te quiero, mucho.

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  2. Que imcreíble historia Nes. Como siempre me pasa cuando te leo me entra la duda. ¿Habrá sido cierto? Lo del perro es genial porque le agrega algo simple y de todos los días.Te mando un beso. Hace menos frío acá en la sierra.

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    1. Bueno, gracias Carlita. te diré algo: Lo que pasó es mentira y es cierto. Las dos cosas al mismo tiempo. :) Beso grande. Igual cuidate que recién empezó el invierno.

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  3. Me encanto...siempre hay que buscar lugares personas y cosas que nos alejen de la tristeza y de la soledad.....Ellas solo nos ayudan a envejecer.. y tu personaje No merece hacerse viejo.

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    1. Gracias Ali, yo también pienso lo mismo. Nadie merece hacerse viejo. Beso.

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  4. Como si estuviera viendo esas escenas en el Parque Alberdi. Muy buen relato.

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    1. Gracias Eytán. Te mando un fuerte abrazo. Disfrutá del verano y el lago!

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  5. Lindo relato. Evoca lugares de mi vecindario, la vivencia del suceso de evocación y la desición final de quedarse. Más allá de que tenga algo de cierto o no, es una experiencia interesante

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    1. Que bueno Guille! Esta vez la acción sucede bien el barrio. Me alegra que te haya gustado.

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  6. Diana Alicia Farré28 de junio de 2017, 3:46

    Me gustaría saber si el final es cierto o no.Pero no me lo digas porque se arruinaría la magia del relato........No se porqué coincido con Alicia,jajaja!!! será porque justamente somos así como ella lo dice, nos sentimos muy bien juntas,como con el resto de nuestros amigos,es un grupo maravilloso que perdura en el tiempo , que no es poco. Las amistades y la familia son los que sin lugar a dudas nos nutren y enriquecen el alma.Cariños Néstitor.

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    1. Hola Diana Alicia ¡Bienvenida al blog! Ciertamente. Un tal Dios, dijo en el Génesis: "No es bueno que el hombre esté solo". Beso grande.

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  7. Realmente Néstor es muy especial tu manera de escribir. He estado leyendo los comentarios y en general me ha pasado como a todos. La historia parece real, pero de tan real que parece, luego te viene la duda. Un abrazo. ANDREA.

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  8. Pase, amigo. Sientese!!

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  9. Muy bueno Néstor, me gustó mucho. Uno de los pasajes que más me llegó fue el del principio, donde está la evocación a Buenos Aires, y, desde luego, las reflexiones sobre la existencia, y los interrogantes acerca de Dios y el Universo. Es un placer sentir como se van sucediendo los hechos, como un contagio, hasta que se llega a la pregunta final. Te mando un gran abrazo.
    Ariel

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  10. Gracias Ariel, me po0ne feliz que te haya gustado. Después te respondo por privado.

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