miércoles, 23 de noviembre de 2016

El Puente de la avenida Juan B. Justo


            Cae la noche en la ciudad de Buenos Aires.
            Y yo aquí sentado y apoyado en la baranda del puente de la avenida Juan B. Justo.
He dejado el auto abajo, en Godoy Cruz porque deseaba subir un poco. No hay senda peatonal en el puente así que estoy bastante en riesgo. Elegí la baranda del lado sur por una mera cuestión práctica. Lo único que yo deseaba era subir al puente y mirar hacia el este. Y realmente estoy deslumbrado por la multitud de luces de los automóviles que vienen desde allí. Y también por las luces rojas traseras de los que buscan Libertador y el Bajo.
Todavía hay algo de sol a mis espaldas.
 Un atardecer rosado distante y bello. “Rosa a la sera, buen tiempo se espera”, solía decir mi abuelo recordando a su padre italiano.
Yo te extraño mucho Ana Laura.
Abajo en Godoy Cruz pasé por la puerta, de casualidad, del hotel que abrigaba nuestras tardes de amor. Me detuve a pocos metros de la entrada y un alud de recuerdos se derrumbó sobre mí. Por eso dejé el auto estacionado allí y me vine a subir al puente. Caminé por la cuesta sin sentido y ahora me senté en la baranda.
Aquel hotel de lujo fue el que te prometí luego de nuestro primer encuentro. Uno de los más maravillosos de mi vida, en la trastienda de cierto local comercial y haciendo el amor de pie.  Sentí que eras una diosa por tu entrega. Sentí realmente eso. Y entonces cumplí mi promesa de llevarte al lugar más lujoso que encontrara.
El hotel estaba allí, bastante cerca, en Godoy Cruz. Tenía un spa, y el jacuzzi y las columnas romanas. Tenía elegancia, distinción, buen gusto, aire acondicionado, luces tenues y una pantalla con videos eróticos. Eras mi diosa, esa es la verdad.
Y no me hagas repetirlo en voz alta porque seguramente quedaría disfónico.
Hace poco te encontré por Internet. Una cuestión de rutina, nada más, ya que jamás volveré a llamarte.
Y dejame hacerte una confesión Ana Laura.
Permite que te haga llegar mis miedos.
En aquel tiempo éramos muy jóvenes los dos para evaluar estas cosas. (Tú más joven que yo, claro). Pero te diré que siempre me sentí desamparado. Siempre fui detrás de la poesía y de la libertad y del amor correspondido y febril de los encuentros apasionados.  Siempre me sentí quebrado por el dolor de estar vivo. Siempre tú y otras mujeres fueron el amor y fueron la musa de aquello que amaba.
Tengo por el universo femenino admiración y respeto.
Nunca busqué una posesión machista.
Simplemente traté de colmarlas de amor aunque no sé si siempre pude lograrlo.
Y hoy, bueno, ya ves. Acabo de subir a pie el puente de la avenida Juan B Justo. La radio ha dicho que en un par de años lo demolerán. Que la avenida Córdoba cruzará a desnivel y que el tren irá por arriba. Así que me quedaré sin este puente que amo tanto.
Ahora los autos cada vez pasan más cerca y algunos conductores me miran asombrados.
Cae la noche en la ciudad de Buenos Aires.
La noche de mi pasado.


©2016

14 comentarios:

  1. Otra vez Buenos Aires y sus rincones para explicar el amor casi indivisible a la ciudad y a las mujeres con ese toque de nostalgia perfecto . Un maestro para escribir minuciosamente tanta densidad de historia en tan pocas líneas . Excelente!

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    1. Gracias Liliana. Es en verdad un tema muy arduo el de las mujeres que han sido parte de mi vida en Buenos Aires. Nada de lo que pongo es literario. Me aferro a los sentidos. Lo que también es algo que termina por pasarte una factura. Como distinguir? ¿Cómo diferenciar? La verdad es que no lo sé. Apenas escribo un poco.

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  2. De casualidad he llegado hasta tu encuentro
    Me has fascinado escribes claro simplemente bello
    He releído la nostalgia que te embarga
    en una tarde de sol en tu espalda
    en mi adorada ciudad natal
    un abrazo desde Miami

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    1. Gracias RECOMENZAR. No he querido hacer demasiada consideración con mi ciudad. Ha salido así, simplemente, como muchas veces suelen salir las cosas. No sabes lo feliz que me pone tu comentario. Retribuyo tu abrazo. Aquí desde el sur hasta Miami.

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  3. Mónica Reinoso Gaggini24 de noviembre de 2016, 2:25

    Lindisimo Néstor!
    Me gusta tanto como escribis ! ☆

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  4. Siempre fuiste y seguirás detrás de la poesía, de la libertad, del amor correspondido y de los encuentros apasionados ya que de cambiar ese proceder, dejarías de ser quien eres. Sabes esculpir con letras mágicas a las mujeres que has amado. Un texto pletórico de sentimiento, nostalgia y de arte en el más puro sentido de la palabra. ¡Eres grande, amado Néstor! Un refull abrazo, SOFIAMA.

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    1. Gracias Sofía. La verdad, me has dejado sin palabras. Cuando uno se pone a escribir estas cosas busca llegar al corazón del lector y por lo visto contigo lo he logrado. Siempre fuiste un sol para mí. Me pone muy feliz que te guste lo que escribo.

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  5. Buenos Aires se vuelve literario desde tu pluma, surgen lugares, recuerdos, sobre todo de aquellos que evocan los amores apasionados de las mujeres. Desde el puente buscando los puntos cardinales para situar la geografía y acomodarla entre los sentimientos. Brillante relato con tu vuelo poético inconfundible. Te mando un gran abrazo Néstor.
    Ariel

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    1. Gracias Ariel por los elogios. Sos muy amable. Quiero mucho a ese puente. Me dolería que lo tiren abajo. Por cierto, cada cambio es parte de una serie infinita que nos va alejando de nuestro pasado. Y a veces la memoria no puede contra eso.

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  6. Cuantas historias Néstor!! Me encantan, porque escribís sobre el amor y siempre con mucho respeto hacia tus musas inspiradoras!!! Felicitaciones!!!

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  7. Gracias Marta por tan gentil comentario!

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  8. Un bello atardecer rosa para recordar como aquella canción francesa "La vie en rose" tan íntimas y apasionadas locuras de amor, que hoy nostálgicamente rememoras desde esa perspectiva del puente que se llevará contigo esta impresionante añoranza.
    Un abrazo.

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  9. Estrella, que grato me resulta que hayas vinculado el rosa del atardecer en Buenos Aires con aquella canción legendaria de Edith Piaf. Ciertamente el recuerdo de algunas locuras de amor me llevó a escribir este relato. Acaso el progreso se lleve también el puente. Todo pasa, claro. Difícil argumentar en contra de eso.

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